ANÁLISIS

Vuelta al FMI: ¿buena o mala decisión?

Tres economistas tucumanos analizaron el regreso de la Argentina al Fondo Monetario Internacional.

09 May 2018 - 12:52

La suba descontrolada que experimentó el dólar en la última semana y el reciente anuncio del reinicio de las relaciones de Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sumieron a la sociedad en general en una profunda preocupación. El antecedente oscuro que dejó el paso del organismo por el país, durante el gobierno de Fernando De La Rúa, encendió las alarmas y volvió a poner en duda el plan económico del gobierno nacional.

Ahora bien, ¿es conveniente volver a endeudarse con el FMI? Para analistas nacionales el retorno de las negociaciones con la entidad financiera es “oportuna” y “razonable”. En el ámbito local, si bien la opinión está dividida sobre si la decisión del presidente Mauricio Macri es la correcta, tres economistas tucumanos coinciden en que la iniciativa era ─teniendo en cuenta la situación económica actual─ inevitable.

“Tarde acude el gobierno nacional al auxilio del FMI; debió hacerlo mucho antes, como a otros organismos internacionales de crédito, para financiar la reestructuración del Estado y eliminar el déficit fiscal, fuente de los problemas de la última semana”, dice Gustavo Wallberg, que explica que la medida se traduce en una suerte de “paraguas” ante una emergencia financiera latente. Además, desmitifica la imagen negativa del FMI: “No es el Fondo el culpable de los males argentinos: casi nunca los gobiernos cumplieron los acuerdos con el organismo”.

Por su parte, Eduardo Robinson asegura que la decisión presidencial llega después del fracaso que significaron las medidas implementadas durante la última semana para calmar los mercados y bajar el dólar. “Tras el poco efecto que tuvieron las medidas implementadas el pasado viernes por parte del BCRA y los anuncios de reducción del déficit fiscal, el mercado volvió a correr contra el peso, con lo cual el gobierno anunció recurrir al FMI para asistencia crediticia”. El economista explica que con esta decisión “se trata de conseguir restablecer la confianza externa y disuadir al mercado de cambios accediendo a un crédito de bajo costo”.

Contrario a la opinión de sus pares, Alfredo Grassia es crítico con la decisión de pedir un préstamo al FMI, pero aclara que era previsible. “El plan económico y político que llevó adelante la coalición Cambiemos en los últimos años aceleraron los tiempos para ver desembarcar nuevamente al FMI antes de lo previsto”, explica y agrega: “El regreso del FMI forma parte de un plan económico del gobierno nacional, que quizás no pudieron controlar el momento en el cual llega”.


Palabra especializada

Gustavo Wallberg

Tarde acude el gobierno nacional al auxilio del FMI; debió hacerlo mucho antes, como a otros organismos internacionales de crédito, para financiar la reestructuración del Estado y eliminar el déficit fiscal, fuente de los problemas de la última semana. De todos modos, lo hace ahora en busca de un paraguas ante una emergencia financiera.

¿Buena o mala decisión? Depende de los términos del arreglo a que se llegue. Pero sí deben tenerse en cuenta tres cosas:

1. No es el Fondo el culpable de los males argentinos: casi nunca los gobiernos cumplieron los acuerdos con el organismo.

2. Es el prestamista más barato del mundo.

3. En 2009 el FMI modificó sus criterios para las condicionalidades, flexibilizando las alternativas para los programas de los gobiernos; aprendió las lecciones del error de meterse demasiado en la política de los países.

Como siempre, lo que siga dependerá de la conciencia de los gobernantes en particular, pero también de los argentinos en general, de que hay que asumir las consecuencias de los propios actos.

Eduardo Robinson

Tras el poco efecto que tuvieron las medidas implementadas el pasado viernes por parte del BCRA y los anuncios de reducción del déficit fiscal, el mercado volvió a correr contra el peso, con lo cual el gobierno anunció recurrir al FMI para asistencia crediticia.

Hay aspectos positivos. Se trata de conseguir restablecer la confianza externa y disuadir al mercado de cambios accediendo a un crédito de bajo costo. Se puede aludir que eso trae condicionantes fiscales; lo mismo lo trae el financiamiento del sector privado.

El aspecto negativo: la mediocre imagen que quedó del FMI asociado a episodios de crisis en Argentina.

Alfredo Grassia

Se adelantaron los tiempos. Desde que asumió el gobierno Mauricio Macri, un sector del sistema financiero festejaba que en el mediano plazo Argentina volvería a tener una relación más que cercana con la cúpula del sistema financiero especulativo internacional, que maneja el Gobierno del Fondo Monetario internacional.

El plan económico y político que llevó adelante la coalición Cambiemos en los últimos años aceleraron los tiempos para ver desembarcar nuevamente al FMI antes de lo previsto.

La llegada de este organismo internacional a nuestro país revela que desde un primer momento este fue el objetivo del proceso de “Cambio” en la matriz económica del país. Los 30.000 millones de dólares que llegarían como “salvataje” en el transcurso de los próximos dos años, forzosamente nos hacen recordar cuando Fernando De La Rúa nos decía en diciembre del 2000 que el “blindaje”, 40.000 millones en ese año, nos iba a dar a los argentinos la tranquilidad y el respaldo que necesitábamos para poder salir de la crisis en que estábamos en ese momento.

Frente a estas palabras, no podemos dejar de comparar ese momento con el actual, cuando Mauricio Macri, tuvo las mismas expresiones, cuando en menos de tres minutos nos intentaba explicar porque volvíamos a tocar la puerta de este organismo que tanto daño nos hizo no hace mucho tiempo.
El regreso del FMI demuestra dos puntos que no podemos dejar de prestar atención:
- Forma parte de un plan económico del gobierno nacional, que quizás no pudieron controlar el momento en el cual llega.

- Hay que tener muy presente que los costos políticos y sociales de los “salvatajes” que reciben los países de parte del FMI siempre tienen condiciones que son en desmedro de las clases sociales más vulnerables, que son los que más sufren los ajustes y que por lo general nunca se ven beneficiados por los negocios de los sectores concentrados de la economía.


En resumen la llegada del “Gran Prestamista Internacional” tiene un costo, por lo general alto, y que este costo será absorbido por los sectores más sensibles de la sociedad y no por aquellos que tendrán un margen inimaginable de renta por estos movimientos especulativos en los países.

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