En la década del 30, un gran robo fue frustrado en la provincia. La historia de los billetes falsos que condujeron a un enorme túnel de la mafia, ubicado en lo que hoy es un colegio privado. La trama del golpe que no pudo ser y del destino de la joven que lo ideó.
Foto del boquete descubierto en Rivadavia 164, que llevaba directo al Banco de la Provincia de Tucumán. (La imagen fue coloreada digitalmente por Agustín Haro)
Hay un túnel oculto bajo las calles de San Miguel de Tucumán. En la cocina de un colegio privado aún se puede pisar y escuchar el sonido hueco que devuelve su profundidad, hoy cubierta por una capa de cemento. El agujero fue cavado por una banda mafiosa italiana, que planeó durante dos años un gran golpe que no pudo ser. Algo falló.
Corría mayo de 1939. Una hermosa mujer de ojos verdes se pasea por el centro tucumano junto a su esposo. Algunas veces se los ve junto a un grupo de entre cuatro y cinco jóvenes; todos italianos. Cuando no están en algún bar, pasan las horas en una casa de Rivadavia 164, calle rebautizada como Virgen de la Merced.
Ella, que entonces presumía 32 años, se llamaba Ágata Galiffi, hija de Juan Galiffi, quien fuera conocido como el “Al Capone de Rosario”, siciliano afincado en la ciudad santafecina, pistolero y uno de los grandes jefes de la mafia italiana que supo operar en Argentina, y que tuvo su auge entre 1920 y 1930. En las calles se la conocía como “La Flor de la Mafia” por su belleza innegable.
La hija y su padre. (Fotos: Infobae.com)
Luego de que deportaran al líder mafioso de vuelta a Italia, en 1933, por crímenes que nunca pudieron ser probados, la hermosa joven italiana se casó con Arturo Pláceres, quien se había desempeñado por muchos años como abogado de su padre, y se hizo cargo del negocio.
Una tarde de mayo, el grupo de italianos que solía acompañar a la pareja paró en un bar para comer. Luego de pedir la cuenta, los trabajadores del local identificaron que los billetes con los que estaban intentando pagar lo consumido eran falsos. Entonces, llamaron a la Policía, que los detuvo al instante, iniciando un interrogatorio que duraría días, pero que resultaría clave para evitar un gran golpe: querían robar el tesoro del Banco de la Provincia de Tucumán.
Del interrogatorio llevado a cabo por los uniformados se supo que el plan de la banda era reemplazar los billetes falsos por verdaderos de la bóveda del banco, inundando la provincia de dinero apócrifo. También pudieron conocer cómo pretendían lograrlo. Salvando las distancias, el objetivo tiene algunos tintes de la afamada serie de Netflix, 'La Casa de Papel', donde un grupo criminal encabezado por una mente maestra -EL Profesor- ingresa a la Casa de la Moneda española para imprimir sus propios billetes. Parecido, pero no tanto.
Pero la confesión no estaba completa; faltaba el cómo. ¿Cuál iba a ser la estrategia de la banda para hacerse del tesoro real y cambiarlo por uno falso sin ser detectados? Los jóvenes revelaron, entonces, la existencia de un túnel subterráneo, que iniciaba donde actualmente funciona el colegio privado Galileo Galilei.
“Me acuerdo de pisar la cocina del colegio y sentir todo hueco. El túnel en sí estaba tapado, habían hecho un contrapiso, pero había una parte muy fina que pisabas y sentías que abajo estaba hueco”, recuerda Agustín Haro, Licenciado en Historia, especializado en crímenes y exalumno del establecimiento educativo, quien además le da forma a esta historia gracias a sus investigaciones.
El túnel medía casi una cuadra, 80 metros, y fue cavado en sentido sudoeste. Contaba con oxígeno y tendido eléctrico. Atravesaba el viejo edificio de radio LV12, tal y como se puede ver en la foto y gráfico que diario La Gaceta publicaba a fines de mayo del 39.
Recorte de diario La Gaceta, mayo de 1939.-
El Banco de la Provincia de Tucumán, que en la actualidad forma parte del patrimonio cultural e histórico provincial, fue construido en abril de 1928, a partir del diseño del arquitecto Alejandro Virasoro. Para la época, fue una de las construcciones más emblemáticas. Allí se guardaba entonces la recaudación de todos los tucumanos. Y nadie anhelaba tanto ese dinero como Ágata Galiffi.
Cuando la Policía logró conocer el plan de los malhechores, dieron aviso a las autoridades del banco, que no tardarían en correr la voz con el resto de sus pares. “Algo grande va a pasar en el Banco de Tucumán”, fue la frase de uno de los detenidos que encendió las alarmas de los banqueros. La frase generó una reacción en cadena. “Los grande bancos comenzaron a trasladar sus tesoros a otras provincias”, describe Haro acerca de los momentos inmediatamente posteriores a la confesión de los mafiosos.
La joven Galiffi no se encontraba en Tucumán cuando su banda confesó. La hicieron traer desde Rosario junto a su esposo, en un tren repleto de policías en el que hicieron una serie de paradas falsas para despistar cualquier intento de rescate. Arribó a la provincia un 4 de junio, y lo hizo como una estrella de cine, con gente de todas partes aguardando para conocerla.
Recorte de diario La Gaceta, junio de 1939.-
Ágata fue condenada a 10 años de prisión pero, a falta de una cárcel para mujeres, fue encerrada en el Hospital de Alienados, donde padeció una serie de apremios, según ella misma revela en una
entrevista que pudo hacerle el periodista Alfredo Serra, pocos años antes de su muerte.
"Estuve presa en Rosario y en Tucumán. Una monjita tucumana me consiguió dos tablas y dos cajones, y me armé una cama cerca de la ventana de la celda para mirar las estrellas. Creían que yo era un monstruo, una pantera, y por eso me tenían aislada en tres metros cuadrados, con barrotes muy gruesos y sin baño.
Allí pasé más de nueve años llorando y rezando el rosario. Para ir al baño, compartido, me ponían una túnica y unos zuecos de madera. Pero no era lo peor. Lo peor eran los gritos de las enfermeras. Porque aquello no era una cárcel: era el Hospital de Alienadas, de locas. Yo tenía 24 años y estaba enamorada cuando entré, en junio del '39. No era culpable. Cuando nos detuvieron a mi marido y a mí por hacer circular billetes falsos, él me hizo llegar un mensaje: 'Vos decís que Fernández Mediano te entregó un paquete de cuarenta por sesenta envueltos en papel madera y atado con piolín. Entonces te van a condenar a vos y me van a largar a mí, y yo te saco en veinte días'".
(Extracto de la entrevista publicada por Infobae)
“De acuerdo a averiguaciones se cae en la cuenta en que Ágata y su pareja llevaban dos años dando vueltas por Tucumán. Alquilan una casa en Rivadavia 164, hoy escuela Galileo Galilei. Habían elegido el lugar por el ruido del centro. Pensaban que tanto ruido iba a hacer pasar desapercibidos los movimientos de tierra”, explica el historiador.
El túnel tuvo tanta repercusión en la época, que hasta se propuso de modo irónico un paseo turístico subterráneo que uniera el Banco de Tucumán, la Caja Popular de Ahorros, la Casa de Gobierno y la antigua Intendencia (hoy Banco Nación), entre otros parajes. El acontecimiento también inspiró obras de teatro, en un contexto en el que comenzaba a surgir la revista política y social, como la escrita por
Pedro Gregorio Madrid meses después, titulada “Si alegre quieres vivir un túnel has de construir”, como se puede leer en el libro de historia del teatro tucumano
'Teatro, Ética y Política'.
Recorte de diario La Gaceta, mayo de 1939.-
Al cabo de una década, la joven Galiffi recuperaba su libertad. Con el imperio de su padre extinguido y divorciada mientras cumplía condena, trabajó en un bar, el que hoy se llama ABC, frente al exboliche Metrópolis.
“Ágata Galiffi es el sesgo de la planificación, que no era común en ese entonces”, dice Haro, que no reconoce grandes diferencias entre el crimen de ese entonces y el actual, salvo por las mafias italianas que se habían instalado en Villa 9 de Julio. La especialidad de éstas últimas era el secuestro extorsivo de integrantes de familias acaudaladas, generalmente cañeros.
Ágata Galiffi, La Flor de la Mafia, hija del “Al Capone de Rosario”, partió luego de Tucumán y abrió una zapatería en San Juan. Murió en julio de 1985 a la edad de 78.