LA CRÓNICA DEL DOMINGO

De robo a robo: El año más difícil en la vida de San Jorge

El Expreso Verde comenzó 2019 con una visita inesperada, y terminó el campeonato con una protesta que quedará en la historia. Cómo llegó el club de San Andrés a este desenlace.

07 Jul 2019 - 09:29

“Nos robaron todo”. La frase, en boca de los jugadores de San Jorge, se repitió al inicio y al final de una temporada que quedará en la historia del fútbol tucumano.

El Expreso Verde comenzó su campaña con una adversidad, y la terminó con otra aún mayor, trascendiendo las fronteras del país y convirtiéndose en noticia en medios del exterior.

El primer robo

El viernes 1 de febrero de 2019, cuando los futbolistas llegaron al club para el último entrenamiento antes del debut en el campeonato, descubrieron que las instalaciones habían sido violentadas. Delincuentes habían entrado al predio y se llevaron camisetas, botines, pelotas y elementos de entrenamiento.

A pocas horas de emprender viaje a Corrientes, para jugar el primer partido ante Boca Unidos, los muchachos no tenían nada. “Muchos se habían comprado el calzado esa misma semana, ilusionados con estrenarlos en el primer partido”, contaron desde el club. Hubo que trabajar a contrarreloj para conseguir todo lo necesario para que el equipo pueda presentarse.

En ese contexto adverso, apareció la solidaridad de los futbolistas de Atlético y de San Martín, que se enteraron de la noticia, se pusieron a disposición de sus colegas, y les regalaron botines, calzas y medias.

Con las caras largas por el mal momento, pero con ese amor propio que marca a fuego a los grandes equipos, San Jorge se sobrepuso a las adversidades y consiguió un heroico empate, cuando el partido moría y el triunfo correntino parecía inevitable.

Así empezaba a transitar su séptima y última temporada en el Torneo Federal A, la tercera categoría del fútbol argentino, a la que llegó el 24 de junio de 2012, tras superar en una promoción a un histórico de la división: la CAI de Comodoro Rivadavia.

COSTUMBRE. En 2019, San Jorge ganó partidos importantes y la celebración fue una constante.

Los inicios

Nacido el 17 de julio de 2008, el Club Social y Deportivo San Jorge es la concreción de uno de los sueños de la vida de Marcelo Sáez, su fundador y primer presidente.

Tucumano, empresario del rubro del transporte, de 48 años de edad, Saez tiene una vida marcada por su pasión por el deporte, y una tendencia innata al armado y la organización de planteles. A los 14 años se escapaba del colegio para ver partidos y observar jugadores. A los 20, formó por primera vez un equipo y lo hizo participar en la Liga de Termas de Río Hondo.

Tiempo después, asumió como gerenciador en La Florida, en lo que fue su primera experiencia en un club compitiendo a nivel AFA. Tras su paso por el “Tricolor”, y con el pase de varios futbolistas en su poder, decidió darle forma a esa idea que lo venía acompañando desde hace un largo tiempo: fundar su propio club deportivo.

Así nació San Jorge. Equipo que, tras cumplir con todos los requisitos administrativos, fue registrado en la Liga Tucumana de Fútbol, para comenzar un camino ascendente que sorprendió a propios y extraños.

Crecimiento meteórico

En su primera participación, logró ascender de la Liga B a la Liga A, siempre dentro de la provincia. En su segunda temporada, consiguió la clasificación al Torneo del Interior, y debutó oficialmente en una competencia organizada por AFA.

Tras un par de buenas campañas, en 2011 logró el salto al Federal B, que en ese momento era la cuarta categoría del fútbol argentino. Allí sorprendió a todos al llegar a la final por el ascenso. En la serie decisiva perdió con 9 de julio de Morteros, pero se ganó el derecho a jugar una promoción. Allí chocó con la CAI, y logró imponerse en el mano a mano, consiguiendo el pasaje al Federal A.

Durante los siete años en los que el equipo participó de la tercera categoría del fútbol argentino, logró un notable crecimiento institucional: consiguió su propia sede, en San Andrés, construyó su estadio para el fútbol (los primeros años jugó siempre alquilando), armó su cancha de básquet, y apostó por darle espacio a equipos de juveniles, de mujeres, y también a incorporar más disciplinas.

IMPECABLE. Así es la cancha de básquet de San Jorge.

Mientras tanto, en la cancha, el primer equipo del Expreso Verde comenzaba a hacer ruido ante grandes del interior. Le ganó a San Martín en Ciudadela, y consiguió un valioso empate ante Talleres de Córdoba, haciendo de local en Central Norte. De repente, el pequeño San Jorge ya no era tan pequeño. Estaba listo para el gran salto, o al menos eso pensaban.

El camino a la final

En la temporada 2019, el equipo tucumano comenzó con perfil bajo, pero con el correr de las semanas se fue dando cuenta que tenía herramientas para soñar. Tras una buena primera fase, se clasificó al pentagonal final por el primer ascenso al Nacional B: cinco equipos, mano a mano, por un lugar en la segunda división. El camino fue duro, y el resultado estuvo envuelto en polémica. 

Estudiantes de Río Cuarto consiguió la primera plaza en la B, con arbitrajes escandalosos, y una perla sobre el final. Se filtró un audio en el que Juan Tejera, futbolista del equipo cordobés, admite que cuando aceptó jugar en ese equipo, el presidente le había asegurado que el ascenso estaba arreglado.

Así y todo, el resto de los clubes continuó compitiendo por el segundo ascenso, en un torneo con formato de playoffs. Series de eliminación directa mediante partidos ida y vuelta. Por su buen desempeño en la temporada, San Jorge comenzó en cuartos de final, donde despachó a Desamparados de San Juan. En semis, midió fuerzas con Defensores de Belgrano de Villa Ramayo y, con algo de angustia, logró el pase a la gran final, donde esperaba Alvarado de Mar del Plata.

Escándalo en La Feliz

El primer partido de la gran final pasó prácticamente inadvertido. Se jugó en Tucumán, el domingo 16 de junio, en medio de los festejos del Día del Padre y del gran apagón que dejó sin energía eléctrica a gran parte del territorio nacional. El resultado final fue 0 a 0, con algunos fallos arbitrales cuanto menos polémicos.

Siete días más tarde, el domingo 23, y unas horas después del triunfo de Argentina sobre Qatar en la Copa América 2019, era el momento de la gran revancha. El estadio mundialista José María Minella lució un marco imponente y atípico, con más de 20.000 espectadores en sus tribunas, para recibir a los dos clubes que definían, mano a mano, quien jugaría el Nacional B a partir de agosto.

“Nosotros sabíamos que el primer tiempo era clave. Nos imaginábamos que en el segundo tiempo el arbitraje podía llegar a influir, que en cualquier momento te podía aparecer un penal medio extraño, o a quedarte con uno menos por algo medio dudoso. Nunca nos imaginábamos que iba a pasar lo que pasó”, confesó luego Ricardo Tapia, capitán del equipo aquella noche.

En los primeros 45 minutos del partido, el santafesino Adrián Franklin, juez principal del partido, mostró ocho tarjetas amarillas y dos rojas a jugadores del equipo tucumano, que fueron aumentando su descontento desde el momento del pitazo inicial, y tuvieron su punto máximo de ebullición a los 46 minutos de la etapa inicial, cuando Emiliano López marcó el único gol de la noche, para el equipo marplatense.

EXPULSADO. Valdez vio la roja en el primer tiempo.

Mientras los hinchas locales deliraban de alegría, en el campo de juego se desataba la hecatombe, la debacle total. Los jugadores de “Sanjor” se fueron al humo contra el referí y sus asistentes, entendían que encima de todo, el gol había sido en offside. Las imágenes en la TV mostraban que estaban errados en su reclamo, pero se leía que la bronca acumulada los había llevado a un punto de enojo máximo. Mientras eso pasaba, López celebraba su conquista en cuero, revoleando su camiseta como “La Sole” lo hacía con su poncho en sus mejores recitales. Para Franklin eso no fue motivo de ningún tipo de sanción.

EN CUERO. Así celebró López el único gol de la final.

Acto seguido fue hora de ir al vestuario, para el descanso. El entretiempo era el momento de poner la cabeza en frío. De alguna manera, debían salir a jugar el segundo tiempo, perdiendo 1 a 0, de visitantes, con dos hombres menos, con más de medio equipo con amarilla, y con un árbitro un poco localista.

Fue entonces cuando apareció la idea de la protesta. Salir a la cancha, esperar a recuperar la posesión (el segundo tiempo iba a empezar con Alvarado sacando del medio) y, una vez con la pelota en su poder, sentarse sobre el campo de juego y evitar que el partido continúe. Fueron cinco minutos de dominio absoluto del equipo local, hasta que San Jorge consiguió un lateral, en posición defensiva. Y entonces todos se desplomaron sobre el césped. Y entonces las imágenes comenzaron a recorrer el mundo. Y entonces parecía que todo terminaba, pero en realidad apenas estaba comenzando.

Los fallos y un giro inesperado

El árbitro Franklin decidió dar el partido por suspendido, y días más tarde el Consejo Federal lo dio por concluido, confirmando que Alvarado conseguía el ascenso. Mientras tanto, en los medios, comenzaba una guerra: San Jorge vs. AFA. Gastón Sáez, actual presidente e hijo de Marcelo, su fundador y actual vocal, disparó munición pesada. “Nos habían avisado que los dos ascensos estaban arreglados. Que los equipos que iban a subir eran Estudiantes de Río Cuarto y Alvarado de Mar del Plata. Nos dijeron que si llegábamos a la final que no nos hagamos ilusiones”, disparó en cada entrevista que le hicieron.

“Si tiene pruebas y le consta que es así, deberá denunciar de manera formal para que se investigue de la misma manera que se investigó cada una de los hechos que fueron denunciados”, retrucaba Pablo Toviggino, presidente del Consejo Federal y cercano a Claudio Tapia, el titular de AFA.

El partido había quedado atrás, pero la tensión en el ambiente seguía en aumento. Y entonces apareció el fallo del Tribunal de Disciplina. Una sanción sin precedentes, por la protesta de los futbolistas: decretar el descenso de San Jorge, sancionar a todos los miembros del cuerpo técnico con 12 fechas de suspensión, y a los futbolistas con ocho partidos fuera de las canchas. Para los hombres del Federal A, lejos de los flashes y las cuentas bancarias de la Superliga, dejarlos sin poder jugar por ese tiempo es un golpe durísimo.

El club tucumano no se quedó atrás, redobló la apuesta. “Queremos que se caigan las medidas, y aparte vamos a ir hasta las últimas consecuencias para lograr una cautelar que suspenda los campeonatos de ascenso”, tiró Sáez, antes de emprender viaje con un grupo de abogados a Buenos Aires. Iban por todo, y se quedaron sin nada. En un giro cuanto menos misterioso de las acciones, la historia sumó un nuevo capítulo: algunos jugadores del plantel se presentaron a declarar en AFA ante un escribano público, y aseguraron que recibieron presiones de las autoridades del club para tomar la medida que tomaron, quienes incluso falsificaron sus firmas en la primera presentación formal tras el partido.

Entonces, en un acto de compasión y entendimiento, el Tribunal de Disciplina les bajó la pena a solamente dos partidos. En cambio, sancionó por un año a Gastón y Marcelo Sáez.

Ahora sí, la historia parece estar cerca de su final. Pero con San Jorge nunca se sabe.

DOLOR. El futuro de San Jorge ahora es incierto.

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