Hoy cumple 53 años uno de los más grandes ídolos de la historia del fútbol argentino y en El Tucumano recordamos cuando jugó su primer encuentro como futbolista profesional en la cancha de San Martín.
Este primero de Febrero está cumpliendo 53 años uno de los máximos ídolos de todos los tiempos del fútbol argentino. Hablamos nada menos que de Gabriel Omar Batistuta que durante mucho tiempo ostentó el título de máximo goleador histórico del Seleccionado Nacional, récord que fue quebrado por Lionel Messi.
El Batigol supo ser uno de los mejores delanteros del mundo durante toda la década del 90 y los primero años del siglo XXI, marcando una tracalada de goles en el fútbol italiano.
El primer paso de esa extraordinaria carrera lo dio acá, en Tucumán, más precisamente en La Ciudadela.
El 25 de septiembre del año 1988, un duelo entre San Martín y Newell’s marcó el debut de Gabriel Omar Batistuta en el fútbol profesional. Esa tarde se disputó la tercera fecha del Campeonato de Primera División 88/89.
El Santo había llegado a ese partido tras ganar en el debut 2 a 0 a Instituto de Córdoba y luego perder por la mínima ante Talleres en el Chateau Carreras. Los Rosarinos venían de dos empates en el arranque: 0 a 0 contra Ferro en Caballitos; y 1 a 1 ante Instituto.
La Lepra era el último campeón argentino y por ese entonces estaba disputando la Copa Libertadores de América. De hecho, tan solo tres días antes de su visita a Tucumán, había recibido a Nacional de Uruguay en su cancha, y tan solo tres días después de pasar por Ciudadela, debía jugar la revancha en Montevideo.
Aquella exigente agenda internacional, propició que el DT José Yúdica (Técnico que unos años antes había sido campeón de todo con Argentinos Juniors), trajera a nuestra provincia un equipo en el que predominaban futbolistas juveniles. Uno de ellos era Batistuta. Además, estaba Arnaldo Sialle quien 25 años después dirigió a San Martín.
Esa tarde de comienzos de primavera, Alfredo Pichón Juárez fue el encargado de anular al Bati: “Me sorprendió la potencia de arranque que tenía, entonces debía que marcarlo con algo de distancia pero no sobresalió mucho. Era su debut y de visitante en la Ciudadela imagínate”, expresa el histórico marcador central Ciruja que agrega en charla con eltucumano.com: “Nosotros en ese momento estábamos muy enchufados”. Y sí, en eso tiene razón Juárez porque ese mismo plantel Ciruja había logrado el meteórico ascenso desde la Liga Tucumana a Primera.
Pichón que no sabía que estaba marcado al perfección a uno de los mejores delanteros argentino de todos los tiempos, tampoco imaginaba que una semana después, en la cancha de Rosario Central, marcaría el gol de su vida saliendo entre gambetas y paredes desde el área chica propia hasta quedar mano con Alejandro Lanari y definirle con clase en un partidazo en el que el Santo cayó por 5 a 3, pero ese es otra historia.
Volviendo a la tarde en Ciudadela, el debutante Batistuta no era el único goleador de raza que había en la cancha y así lo demostró Jorge Orlando López que se la cacheteó por encima del cuerpo al Gringo Scoponi que quedaba a mitad de camino.
A esa altura, López ya había andado el camino que el Bati empezaría años después: tiró paredes con Maradona, de quién fue amigo personal, se fue a Europa y se mantuvo varios años como un goleador implacable dejando su huella en el Sevillla, marcándole un triplete al Real Madrid. El Bati fue leyenda en Italia, López en España, los dos cruzaron en Ciudadela.
El triunfo de San Martín sería el segundo de ese torneo, en que terminaría cosechando un total de 12, solo el injusto promedio, y el descuento de puntos por la agresión a Marangoni en un partido contra Boca, propiciaría el descenso, del que casualmente el Newell’s de Batistuta fue juez involuntario, al empatar en la última fecha ante Racing de Córdoba. Si los rosarinos hubieran ganado ese partido, el Santo no hubiese descendido.
Ese año la Lepra fue finalista de la Libertadores, perdiendo la final ante Nacional de Uruguay. El Bati marcó siete goles entre el torneo local y copa, lo que llamó la atención de River que lo compró para la temporada siguiente.
En el Millonario su andar fue irregular, y una mala relación con Pasarella lo hizo recalar en Boca, donde sí explotó y, gracias a una efectiva dupla que conformó con Latorre, fue convocado a la Selección para la Copa América 91 en la que fue el goleador y gran figura del equipo que terminó consagrándose campeón tras 32 años de sequía en títulos continentales.
También fue goleador de la Copa Confederaciones el 92, donde cosechó otro título internacional, así como fue fundamental en la Copa América 93 en la que se despachó con dos golazos en la final ante México. De esta forma, el Bati fue el abanderado de las que hasta hace poco eran las últimas consagraciones de nuestro seleccionado.
Convirtió 56 goles con la camiseta argentina, siendo titular indiscutido durante 11 años, a pesar de haber tenido grandes competidores en su puesto como Medina Bello, el Beto Acosta y Hernán Crespo.
Newells, River, Boca, La Fiorentina, Roma, inter de Milán y Al Arabi de Qatar son los clubes por los que pasó el Batigol, en ellos marcó 300 goles en total.
Hoy cumple 53 años y si bien desde hace 20 que no viste los colores de Argentina, todavía se lo extraña y hay quienes afirman que si Messi lo hubiese tenido de compañero, ya hubiéramos vuelto a celebrar un campeonato mundial.
Lo verdaderamente cierto es que Batistuta es un grande de todos los tiempos y que su gloriosa carrera empezó acá ¡En La Ciudadela, papá!