Jorge Altamiranda es el animador del templo de la ruta 301: "Son hermosas las noches en Julio López, las noches de verano cuando se llena y hay que correr las mesas y las sillas porque la gente solo quiere bailar. Si no has estado en Julio López, no conocés lo que es un baile de Tucumán. Es mítico, es mágico". VIDEO
Julio López, El Rey de Los Domingos.
Trece años tenía Jorge Altamiranda cuando pasó lo que tenía que pasar: la noche pelaba en San Pablo, no alcanzaba con abrir las puertas y las ventanas de las casas, había que manguearle la camisa nueva al hermano, un poco de agua en las chames, dos chirlos de Colbert en la cara y va a haber que salir: “Luis Ponce, un amigo mío, me esperaba en la puerta para salir a bailar y en ese momento me cuenta que se había ganado dos entradas para Julio López gracias a la Roisen. Nosotros teníamos pensado ir a otro baile de San Pablo, pero pasamos, entramos y conocimos este mundo que nunca más soltamos: la mística que tiene Julio López no la tiene ningún otro baile de Tucumán”.
Jorge Altamiranda hoy tiene 29 años y es el animador oficial del Rey de Los Domingos, el día más popular de todos los días, el que desde hace 55 años una multitud espera como al agua, como al agua disfrazada de color azul embotellada en un Frizzé, o dorada con espuma blanca servida en un vaso grande de plástico o más oscura, casi como el color de la Coca, pero esto no es Coca, papi: “Se toma mucha cerveza, bastante fernet, el frizzé blue también, las chicas le aplican al doctor Lemmon… Son hermosas las noches en Julio López, las noches de verano cuando se llena de gente y hay que correr las mesas y las sillas al costado porque la gente quiere bailar. Ulises Bueno ha metido 4 mil personas, hubo récords en las décadas de Gary, de Rodrigo, del Monstruo Sebastián mucho más”.
Cuando se hacen las doce de la noche en el templo de la ruta 301, entre los dos empalmes que hacen a la entrada de San Pablo, cuna y patria del Ratón Ibáñez, ahí empiezan a prenderse los ventiladores. El aleteo es constante, todos mueven sus cabezas de un lado para el otro, de un lado para el otro, son caricias de viento que llegan a los peinados de las damas y a los cortes de ascenso de los caballeros. ¿Alguna vez se ha bailado cumbia tiritando del frío? Aquí, al menos, es imposible: los cuerpos se mezclan, transpiran, se tiran los pasos, brilla el de zapatos blancos, luce inalcanzable la chica de la esquina, y encima este domingo tocan Los Mirlos, mi amor.
Juancito obrero, El abandonado y El vago Nemecio, himnos de la cumbia peruana con flecos, sonarán cantándoles con una sonrisa y el dedo levantado: “Siempre te he querido, siempre te he amado, pero por coqueta sola te has quedado”. Es la música que no falla bajo el tinglado mayor: “Si no has estado en Julio López, no conocés lo que es un baile de Tucumán. Es mítico, es mágico. No sabés lo que es mover a la gente de Julio, es un público muy exigente en cuanto a la música. No son muy adeptos a la nueva cumbia. Suenan cumbias del recuerdo, suena mucho los próceres tucumanos como Don Carlos, Vielmeti, Los Avelinos, la cumbia peruana tiene muchos adeptos, muchos grupos míticos”.
“La gente de Julio López es muy amiguera: cuando sube un tipo al escenario no le gusta que se haga la estrella, le gusta que sean amigueros. Es gente incondicional, hay gente que desde hace 15 años viene todos los domingos: todo lo que es Manantial, la zona suroeste de la ciudad, Villa Luján, Floresta, San José, Yerba Buena, todo lo que es Tafí Viejo para los carnavales, Lules, Famaillá, todos van a Julio López. Llegan en el último Exprebús de las 12, a las cuatro de la mañana termina el baile y se vuelven en el primer Exprebús de las cinco menos cuarto. Todos se van contentos”, cuenta Jorge, que a las cinco apoya la cabeza en la almohada, descansa la voz dos horas y llega a LV7 a conducir a la mañana con todo lo que pasó en Julio López hace un ratito, todavía fresco, con la música y la alegría del pueblo en la mente, todo un contraste con ese compañero que necesita un café cargado o un termo de mate para arrancar la semana.
Que en paz descanse don Julio López inmortal, fundador de uno de los recreos más hermosos del norte argentino, Mario y Rodolfo son los dueños. Cuando no es El Rey de los Domingos, se hacen eventos sociales como los que le sirvieron hace cinco años a Jorge Altamiranda para subirse al escenario por primera vez con el micrófono en la mano: “Hace cinco años empezó todo esto. Se acostumbran a usar dos locutores: el que anima y el que presenta los grupos. El legendario y el abuelo Julio López ya no está con nosotros, pero acá hay una gran familia: la mamá de Mario y Rodolfo es la que hacía las pizzas, entre todos, trabajando codo a codo, manejaban el baile en su esplendor. Historias de vida sobran en el recreo”.
Este domingo, como cada domingo de los últimos años, cuando Jorge Altamiranda se ponga la camisa, dos chirlos de colonia y suba al escenario, sentirá la misma sensación de siempre: “El nerviosismo siempre está. Es un aprendizaje que me dio la vida: ‘Cuando no te pongas un poquito nervioso, no vayas’. No hay compromiso. Lo más importante es cómo rompés el hielo. Hay veces que llegás y ya hay gente en la pista. Pensás: ‘Hoy va a estar lindo’. Cuando no hay nadie hay que remarla, jugás con la meteorología, si estamos a fin de mes y la gente no ha cobrado hay que ponerle las pilas. Dejás tus cosas en la camisa que te sacás y te preparás para hacerlos felices y ya se arma solo: las bandas suenan un caño en Julio López, sale limpito el sonido. Tocan 40’ por contrato: 30 y 10 de alargue. Antes y después el DJ Turco pone la música: hace 30 años que está. El Turco Eduardo Elías es el alma mater de la noche”.
Con el guiño del Piojo López, ícono de Qué Época, y el pulgar arriba de Rubén Campero y sus artistas más los artistas de Popi López, domingo a domingo el reinado sigue brillando: el trono se turna, es como en el juego de la silla, cualquiera puede ocuparlo por unos minutos, desde el cielo brilla El Rey, el que ha visto bailar, tomar y ser feliz a muchísima gente: “Hasta el ceremonial oficial de la Provincia salió de Julio López. Muchachos y mujeres hay para todos los gustos”, se despide Jorge Altamiranda, el animador de este mundo que promete una cartelera gloriosa para fin de año, los cuatro domingos de enero, los cuatro domingos de febrero y hasta que la billetera aguante, hasta que dure el último billete, ya con los tacos en la mano, ya con la camisa desprendida, felices e iluminados por el regreso a la casa con el primer colectivo del lunes, el Exprebús de las cinco menos cuarto: ahí viene.
Jorge Altamiranda (medio) con Charly y Sus Ángeles.