Había surgió de monterrey, México, pero en nuestra provincia alcanzó la popularidad que le hizo trascender fronteras y llegar a los puntos más remotos del planeta.
Hace 10 años nacía uno de las más grandes expresiones artísticas colectivas que tuvo y tendrá Tucumán. Hablamos de Acción Poetica que en realidad había aparecido unos años antes en Monterrey, México, pero que acá tomó otro vuelo y se popularizó y propagó como nunca antes.
En 1996, el poeta mexicano Armando Alanís Pulido decidió llenar las calles de su ciudad con poesía. La premisa era pintar las paredes de blanco y sobre ellas plasmar frases en letras negras.
La movida llegó a oídos del tucumano Fernando Ríos que pensó en replicarla en su Tucumán: “A mi siempre me pareció muy interesante pero yo nunca había pintado nada, sin embargo me parecía algo muy efectivo, me gustaba ver en la calle esos breves textos que me resultaban muy contundentes”, explicó Ríos en una entrevista con Infobae.
“Una amiga en común nos puso en contacto con Armando, él no sabía donde quedaba Tucumán creo, hablé con él y me dio las reglas básicas: letras negras, textos cortos, fondo blanco, nunca se iba a hablar de política, ni de religión, porque la idea era sumar y no dividir; y así empecé”, agrega.
Según su relato la primera pintada de “Acción Poética” en Argentina fue en un paredón de la que era su casa. La frase elegida fue: “Duermo poco, sueño mucho”.
“Todo es práctica, se adquiere con paciencia y así fue. Empecé a salir a la calle a pintar a las 12 de la noche esas paredes que uno cree que no son de nadie y me causó impresión que las primeras fotos que subí tuvieron una repercusión inmediata. En ese momento empecé a pensar que esto podía tener una fuerza que hasta ese momento yo no había advertido”, confesó.
La bola se fue corriendo y entre amigos y amigos de amigos, Fernando cada día tenía más compañeros de poesía y pintadas nocturnas.
“Tuve un conflicto y fue que me sentía responsable de toda esa gente que estaba saliendo conmigo. Tenía miedo de que apareciera el dueño de la pared o por la seguridad misma de esa gente que me acompañaba, porque la ciudad era peligrosa de madrugada. Entonces ahí había algo que no me cerraba. Eran palabras amables las que escribíamos y me preguntaba: ¿Por qué darle a lo que hacíamos un carácter vandálico que no tenía?”.
“A las bases que había hecho armando, que hasta ese momento pintaba solo, las completé. Y surge esta idea de no pintar paredes sin permiso, de poner al vecino por encima de todo y ahí creo que se da vuelta violentamente la tortilla, porque esto nos permitió trabajar de día y sumar a los vecinos, a los dueños de la cuadra”, cuenta.
“De eso que parecía algo anónimo hecho por no sé quién, pasaron a circular imágenes de gente sin preparación artística, que se acercaba sólo por el hecho de participar. Empezaron a sumarse fotos de abuelos pintando, de amas de casa, de chicos chiquitos, eso hizo que muchos se dieran cuenta de que lo podían hacer ellos y dio pie a esta propagación vertiginosa. Yo empecé a recibir fotos con murales de Angola o de pueblos recónditos de América Latina, y de pronto me vi organizando “Acción Poética” no solo en Argentina sino en toda Sudamérica”.
Ríos afirma que Acción Poética se fue convirtiendo en “una herramienta para poner a disposición de la gente”.
“Lo hemos hecho en cáceles, hospitales, inclusive editorial Santillana en su manual de cuarto grado incluyó a Acción Poética como una acción para los alumnos. La experiencia ha servido para tesis de grado. Yo por ejemplo recibí a un estudiante de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, que estuvo durante una semana investigando lo que hacíamos. La carrero universitaria de Trabajo Social en tercer año incorporó por un tiempo a Acción Poética como modo de abordaje, rompiendo con las formas habituales de cómo los investigadores se aproximaban a las comunidades”.
Entre los recuerdos de Ríos, surge uno sobre una experiencia vivida en el Instituto Roca, donde se alojan los menores que son judicializados: “Cuando les preguntabas que querrías escribir en una pared, lo primero que sale es el resentimiento, ‘muerte a la yuta’ y cosas así. Pero pasado esto, cuando les pedís pensar desde otro lugar, en las personas que quieren, en lo que esas personas u otro chico ellos quisieran que lea cuando llegue, la cosa cambia. Surgieron cosas increíbles, recuerdo que uno propuso “Madre, paciencia” y que el mural que terminamos pintando, decía: ‘Aquí tu tiempo será un suspiro’”.
Por su puesta que el movimiento no estuvo exento de críticas: “Hay cosas que me han criticado como ‘ese mural no tiene mucha poesía’ o ‘le falta vuelo’, entonces es muy difícil explicar que la belleza no está ni siquiera en la pared, está en el proceso. Está en que un grupo de gente pudo pensar no desde la frustración, desde el desengaño, sino desde los anhelos. Para poblaciones que realmente están muy marginadas, la belleza está en poder decir estas cosas”, concluyó.
Fernando Ríos. (Foto. Fuente: Infobae)