Se fue de Tucumán en búsqueda de su deseo. Las vueltas del destino hicieron que su arte este en las portadas de bandas como Soda Stereo, Spinetta, Fito Paez y Babasónicos. Conocé su historia.
Alejandro Ros con su tapa de Babasónicos. Foto: Infobae.-
Alejandro Ros tiene 59 años, es tucumano, pero vive en Buenos Aires. Hace 30 años atrás se despedía de nuestra provincia para cumplir su sueño. Su madre era directora en una escuela de Danza, pero no escuchaba rock. Su padre tenía un conflicto con sus decisiones sexuales. Alejandro quería huir de su casa bien lejos, quería hacer música, pero no sabía tocar. Desde Tucumán, Alejandro veía a Charly García o a Spinetta y estaba muy seguro de lo que quería hacer: tapas de disco.
Cuando Alejandro cumplió los 20 años, tomó un tren con destino a Buenos Aires y terminó hospedado en una pensión en once. Ese año, se inscribió en la carrera de Diseño Gráfico en la Universidad de Buenos Aires. Alejandro fue parte de la primera camada y los profesores eran los diseñadores más conocidos de Argentina en ese momento, su sueño comenzaba a tener forma.
No solo se dedicó al diseño discos y a trabajar con artistas, en la década del 90 fue el responsable de la creación de la tapa de 3 suplementos semanales del diario Página/12. Durante 20 años su creatividad fue puesta a prueba por la inmediatez de un diario en papel, sus mensajes eran minimalistas y contundentes, una clara marca de autor de Alejandro Ros.
El periodista de Infobae, Lihueel Althabe, le realizó una entrevista donde cuenta sus comienzos en el arte, su amor por el baile y sus años como diseñador de las tapas más famosas del rock nacional.
-¿Sabías que querías hacer tapas de discos?
-Si, eso lo sabía. Pasa que era como un sueño, no pensas que lo vas a cumplir. Yo cuando era chico compraba vinilos, veía las tapas y me gustaba mucho eso y pensaba que quería hacer eso pero no vine con ese norte. Empezó a pasar porque era muy fuerte el deseo de querer hacer eso.
-¿Y cómo empezó?
-Yo trabajaba en el estudio de Sergio Perez Fernandez, que hacía las tapas de Fito. Yo era el asistente, ahí empecé a entrar a ese mundo. Pero ahí conocí a Fito. Después como empecé a salir a bailar, iba mucho a cemento, conocí a Daniel Melero, el productor de soda, nos hicimos amigos y él me llevó.
-¿Decís que sos un músico frustrado?
-Me gustaría hacer música, no sé si tocarla. Tocar no me interesa. Como no me salía la música, me pareció que esta era mi forma de hacer música.
-¿Cómo surgió Miami de Babasonicos por ejemplo?
-Bailando. Un día estaba bailando y se me ocurrió. Cuando lo fui a mostrar me dijeron, no nos gusta. A Adrian no le gusta nada lo que hago, después en un momento acepta. Me acuerdo mucho de esa tapa porque ellos no la querían y yo dije “bueno no me importa”. Viste cuando haces algo y te pasa que decís acá hay algo. Yo sentía que había algo, pasa que me quedo fea, es como fea. Jessico es más linda.
Alejandro en su casa. Foto: Infobae.
-¿En qué año fue eso? ¿Te sirvió?
-En los 90, hasta los 2000. Tenía 30 y pico. 10 años después de que llegué. Trabajaba en la redacción, iba todos los días. Me parecía un desafío, me re sirvió. Mucha gente me conoce más por eso que en los discos. Imagínate que ese diario llegaba a la casa de miles de personas y era la tapa de los domingos, después de los viernes. Y vas construyendo un sistema que tiene que todas las semanas se alimenta. 3 suplementos eran.
-¿En ese momento como las armabas? ¿Dibujas?
-No, no dibujo. Son ideas, una era maduros y jóvenes. Entonces yo dije pongamos una banana madura y una banana verde, abrazaditas. Son cosas que salen rápido, te decían temas el lunes y el miércoles había que cerrar, se hace en 2 días.
-¿Cómo se terminó esa parte?
-Me cansé, lo hice 20 años. ¿Sabes lo que es todas las semanas 3 portadas? A veces era una foto y nada más pero otras veces era mucho.
-¿Ya en ese momento hacías otras cosas?
-En un momento también tenía un grupo con unos amigos que se llamaba Agencia de viajes. Hacíamos eventos en lugares públicos para escuchar música. Dos horas para escuchar música en silencio, como si fuera un recital de música clásica ambiente. Lo hacíamos en el Jardín Japonés, en el Malba.
-¿Ahí el objetivo también era solamente artístico?
-Si, no ganábamos ni un peso en eso. Siempre tuve mi trabajo y después cosas que tenía ganas. Ahora por ejemplo estoy haciendo muchas cosas, hice uno que se llama Perfumancia Junto con Pablo Schanton, era un lugar que estaba todo oscuro y había perfumes y sonidos. Otra que hicimos se llamaba Cerca con Pablo también, eran 4 cuerpos desnudos en un cuarto oscuro y cada cuerpo tenía 4 perfumes y tenías que acercarte a oler al cuerpo ahí. Después hicimos otra que era un chico desnudo en un cuarto oscuro y vos entrabas y hacías lo que querías con el chico, tenias 1 minuto. Se llamaba Despues vemos y lo hice con Roberto Jacoby. Las chicas se re emocionaba porque, entre gays es más común, pero para las chicas, poder tocar a un hombre desnudo sin que nadie las juzgue, sin que nadie las vea era re fuerte.
-¿Vos te consideras un artista?
-Depende de lo que esté haciendo, en los bailes de disfraces si soy artista. Soy artista de la manera en la que yo considero que es el arte, me gusta el arte que no tiene materia. No hay presencia física, me gusta cuando produce sensaciones y se desmaterializa, por eso me va mal en el mercado del arte. No sé generar el objeto que el mercado quiere consumir como artista, siempre hago cosas efímeras.
-¿Podemos decir que hay una parte que es un artista y otra que es solo un diseñador?
-Claro, ponele. Lo que pasa es que como el tipo de diseño que hago es para artistas, entonces tengo la suerte de que hay mucho componente artístico en lo que yo hago. Es feo decir que soy artista, no me gusta. Que lo diga otro. Lo que sí seguro hago es teñir mi diseño con gotitas de arte, pero no soy artista. Porque el artista hace lo que quiere, a mí viene un artista y me dice quiero hacer esto.
-Cuando te trabas creativamente ¿Qué haces?
-Bailo.
-¿Muchas cosas se te ocurren bailando?
-Un montón, cuando salgo o acá en casa cuando bailo también. Cada vez salgo menos, tengo 60 ya, no es lo mismo.
Alejandro no se considera un artista, aunque todo su arte puede considerarse una obra en sí. Está dividido en 2: El diseñador y el artista. Ahoga sus anhelos en intervenciones, su lienzo es un boliche, un salón o una casa. Las pinceladas son aromas, movimientos y relaciones. Una obra que está viva y que desaparece. Alejandro baila e imagina tapas, se divierte y se disfraza.
Foto: Infobae.