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"Todos lo miraban": Don Tomás, el obrero que levantó solo y sin ayuda las paredes del Correo Argentino en Tucumán

Bienvenidos a la fascinante historia del misterioso hombre que se encargó de la monumental faena de construir los muros que quedaron inconclusos en el edificio de 25 de Mayo y Córdoba. VIDEO | Por Gabriela Neme

28 Ago 2023 - 15:37

Don Tomás de Frari, allá arriba solo con su alma. Las torres todavía sin sus relojes.

En el corazón del microcentro tucumano, emerge un imponente palacio que nos transporta en el tiempo hacia alguna ciudad histórica de La Toscana italiana, como Siena o Florencia, y a sus ayuntamientos medievales caracterizados por sus arcos ojivales, sus rústicas texturas y sólidos materiales: se trata del Palacio de Correos, un hito preponderante en el paisaje urbano de San Miguel de Tucumán, destacado por su torre esquinera, la que en sus cuatro lados contiene un reloj, que funciona como una especie de bisagra articuladora de las dos alas del edificio desplegadas sobre las calles 25 de Mayo y Córdoba

El edificio nace como emblema de la imagen representativa de un país que transitaba un período de esplendor en su desarrollo cultural, económico y arquitectónico. La intención fue jerarquizar la presencia institucional de la Dirección Nacional de Correos, organismo clave en la dinámica de los ciudadanos de la época. Por ese entonces, el trinomio conformado por los servicios postales junto con el ferrocarril y el telégrafo eléctrico se desarrolló como amalgamador de la integración territorial nacional y como instrumento de control geográfico. 

Anteriormente la sede del servicio de Correo y Telégrafos estuvo situada en el edificio de la Casa Histórica, que fue demolido para tal fin para ser reemplazado por una fachada neoclásica. Allí permaneció desde los años 1875 a 1904, momento en el cual empezó el derrotero de una multiplicidad de locaciones que concluyeron con la adquisición del terreno actual para construir su propia sede y su ubicación definitiva. 

El edificio fue proyectado por los profesionales de la Dirección General de Arquitectura y la licitación de la construcción fue adjudicada a la empresa constructora del prolífico arquitecto bonaerense Alejandro Virasoro. El proceso constructivo llevó casi 12 años al surgir una serie de inconvenientes como ser desinteligencias entre la constructora y el Gobierno y como consecuencia la obra resultó abandonada.

Sin embargo, según disposiciones legales el Estado, no podía suspender la construcción definitivamente. Es aquí donde surge una particular anécdota: hasta que pudiesen solucionarse los inconvenientes se decidió dejar en la obra a un único trabajador: Tomás de Frari, un especializado constructor inmigrante italiano. 

Don Tomás fue tomando protagonismo a medida que transcurrieron los 14 meses, entre 1930 y 1931, en donde se encargó de la monumental faena de levantar los muros que quedaron inconclusos, con ayuda solamente del sereno del edificio que le alcanzaba los materiales. Los tucumanos, que comentaban que era miembro de la masonería, transitaban por allí y se detenían a observarlo.

Su popularidad fue tal que llegó a ser retratado por las crónicas periodísticas de los diarios de la época. Con su labor de hormiga, pequeño pero incesante, logró levantar las arcadas sobre la calle Córdoba y los muros interiores, hasta que la Nación dispuso que el Palacio del Correo fuese ejecutado por administración.

Se inauguró en una fecha significativa para los tucumanos: el 24 de septiembre de 1939 y contó con la asistencia del entonces presidente de la Nación Roberto Marcelino Ortiz y el gobernador Dr. Miguel Critto. El planteo funcional del edificio se desarrolló en niveles, ubicando en la planta noble, accesible a través de una escalinata, al salón de atención al público: un asombroso espacio en doble altura cubierto por un cielorraso con forma de cúpula y una especie de estrella central.

En el subsuelo, se concentran las tareas de recepción y clasificación de la correspondencia mientras que en las plantas superiores se desarrollan tareas administrativas internas. "Su propuesta contribuyó a enriquecer el repertorio ecléctico de línea académica con que se materializaba, por estos años, el tejido urbano", según ponderó la Arq. Olga Partelini de Koch (2021). 

Por ser un ejemplo único, de enorme valor arquitectónico, de jerarquía funcional y visual, por su bicromía dada por el ladrillo y piedra y de gran calidad constructiva desde el 16 de septiembre de 2005 se encuentra protegido por la máxima declaratoria patrimonial como Monumento Histórico Nacional (ley 26.054), lo que significa que ya no podrá ser demolido.

Actualmente está en un proceso de restauración que le permitirá continuar brillando por ser “un edificio emblemático para Tucumán y también lo es para el Correo. "Un edificio donde se ve la historia de nuestros próceres y la carta", como señaló la presidenta del Correo Oficial de la República Argentina, Vanesa Piesciorovski (2022).


Los relojes no funcionan desde hace décadas.

La esquina de 25 de Mayo y Córdoba, actualmente.

Don Tomás.

"El edificio del correo se construye con un solo obrero", titulaban los diarios de época.



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