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Transformó su pasión por los colectivos en una fábrica de miniaturas e ilusiones

Historias de acá

Desde hace varios años, Rubén Díaz Lobo dedica la mayor parte de sus horas a crear modelos a escala de las diferentes líneas de ómnibus de la Provincia.




Rubén Díaz Lobo es un tucumano que con sólo 22 años logró hacer lo que muy pocos pueden: unir la pasión de toda una vida con su trabajo de todos los días. 

El modelismo fue la técnica que le permitió fabricar a escala todos colectivos de Tucumán, que conoce al detalle. Si bien comenzó en este oficio de manera artesanal, actualmente la alta demanda lo llevó a crear una medida propia, a contratar un colaborador y a montar una ‘línea de producción’ en su taller para hacer varios ómnibus sin resignar ese toque especial de quien le pone corazón a lo que hace.



El amor de este tucumano por los colectivos se remonta a su infancia en Villa Amalia. “Un día encontré dibujos míos en la casa de mi mamá y me sorprendí al ver que todos eran rectángulos con ruedas”, recuerda entre risas Rubén, quien se reconoce como un fanático de la Línea 6, esa que veía pasar por la esquina de Constitución y avenida Democracia.  

Pero la vocación nació un día puntual cuando su papá, que trabajaba como modelista, le dijo que busque sus crayones para dibujar juntos las unidades de las líneas 9 y 17. Luego, con dos maderas chatas y la magia del oficio, construyó la máquina que su hijo conserva hasta el día de hoy como un auténtico tesoro. 

Rubén quedó encantado con la destreza de su papá y, a partir de ese momento, fabricó sus propios juguetes, experimentando con los materiales para conseguir distintos efectos. “Una de las cosas que más me costó fue encontrar las ruedas adecuadas”, recuerda este emprendedor que estudia Diseño de Interiores en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y que, desde 2008, está inmerso en el ámbito del transporte de la Provincia gracias a su tenacidad. 


“Iba con mis modelos a las puertas de las empresas de colectivos para mostrárselos a los dueños”, relata. Apenas unos años después, asiste a eventos nacionales de modelismo donde están sus referentes y participa de las reuniones de los empresas de transporte de la Provincia como un miembro más.       

“Estoy constantemente viendo qué puedo hacer y cómo lo puedo hacer”, reconoce este artista de las miniaturas que vendió su primer trabajo a Enzo Arias, un chofer de su línea favorita con quien comparte el amor por los ómnibus ‘tuneados’. 

Aquella primera venta trajo muchas otras y ahora es frecuente que tenga que explicar a sus clientes de distintos puntos del país que los encargos tienen demora. “Les digo que técnicamente puedo hacerlo en una semana, pero que tengo lista de espera de 20 días aproximadamente”, revela con un dejo de culpa. 

Para poder responder en tiempo y forma, sumó hace poco la colaboración de su amigo David Varela. Juntos diseñaron una línea de montar como la que tienen las fábricas de automotores para hacer de una vez la misma tarea. “La idea es pasar del modelismo a una fábrica para hacer los colectivos en serie, pero que no pierda el toque artesanal”, apunta Rubén, quien está feliz por la reciente incorporación de los vinilos para el ploteo de las carrocerías.  

  
 
“Tengo en mente las medidas para cada colectivo. Para mí, cada metro equivale aproximadamente a dos centímetros y así realizo las maquetas en una escala de 1:20 o 1:24”, describió. Así, de a poco, fue creando su propia manera de hacer las cosas: cartón prensado de 2,5 para la carrocería, acetato para los vidrios, distintas telas para los tapizados, cables y palitos de brochet para los pasamanos. Y siguen apareciendo desafíos, como la reciente incorporación del lector de tarjetas magnéticas y las salidas de los aires acondicionados. 

¿Alguna vez pensaste en ser chofer de colectivo?, es la pregunta sobre el final. “Siempre dije que está bueno el trabajo en sí, pero no me gustaría porque hay mucha gente que sube con resentimiento al colectivo cuando no tiene porqué ser así. Por eso no quise ser chofer, por la mala onda que a veces tienen los pasajeros”, respondió.

 “Al principio me costó, pero ahora sé que lo de verdad quiero es asistir a una escuela de diseño de transportes, algo que sólo podría lograr con una beca porque se encuentran el exterior”, sostuvo con el convencimiento de seguir luchando por su sueño, que no es ninguna miniatura y lo puede llevar muy lejos.