"El tren salió de Tucumán": abandonaron a Lucía y quiere saber la verdad
HISTORIAS DE ACÁ
Tenía un año y medio cuando un empleado ferroviario la encontró sola en un vagón en la estación de Retiro: "Estaba con ropa nueva, el pelo cortado y bien nutrida". Qué pasó ese día y cuál es su mayor deseo.

Lucía era apenas una niña cuando fue abandonada: "Me gustaría ser tucumana".
El dos de octubre de 1998 fue viernes. Entre cientos de pasajeros que descendían en Retiro, Buenos Aires, de los vagones del tren proveniente de Tucumán, había una nena. Esa nena tenía meses de vida y había quedado sola en uno de los vagones mientras los andenes eran un ruido de gente que descargaba sus bolsos, se reencontró con familiares, iba a pasar solamente el fin de semana o a buscar trabajo en un país que empezaba a transitar una de las peores crisis de su historia.
Cuando las máquinas del tren empezaban a apagarse, el trabajo del empleado ferroviario de la estación de Retiro ese día fue revisar vagón por vagón, en primera o pullman, todo con normalidad hasta que la encontró: “Me encontró en la estación de Retiro. El tren salió de Tucumán. Me encontró el hombre que trabajaba ahí. La Policía le tomó los datos. Yo estaba en buena condición: tenía ropa nueva, el pelo bien cortado y bien nutrida”.
La mujer que habla esta mañana con el tucumano es Lucía Gurevich, tiene 22 años, vive en Buenos Aires y estudia en la UBA. Y es la nena encontrada en el vagón del tren aquel 2 de octubre de 1998: “Luego de encontrarme me llevaron al Hospital Argerich. Estimaron que en ese entonces tenía aproximadamente 1 año y 3 meses y que, entonces, había nacido el 2 de julio de 1997”, relata el comienzo de su historia.
“La persona que me encontró en el tren y su esposa me quisieron adoptar, pero la jueza que intervino no lo permitió. Otras parejas estaban en lista de adopción desde hace dos años: entre ellos, mis padres, quienes habían recorrido todo el país queriendo adoptar un bebé. Hasta que ellos me adoptaron yo estuve en un hogar de tránsito desde octubre hasta diciembre. Mis papás me recibieron como un regalo de Navidad y desde entonces viví con ellos”, relata Lucía, quien probablemente nació con un nombre distinto, pero ninguno como el que lleva y significa: “Quien nació a la luz del día”.
Lucía ya era más grande cuando caminaba de la mano de su mamá y su papá por plaza Italia con rumbo al Zoológico de Buenos Aires: “Un día, antes de salir al zoológico, yo le pregunté a mi mamá si había estado en la panza de ella. Mi papá me cuenta que se puso nervioso, y en ese momento me enteré: mi mamá me dijo que no, que había una familia que no me había podido cuidar. Mi respuesta fue de lo más natural: ‘¿Ah, bueno, vamos al zoológico?’ Naturalicé la respuesta de mis papás”.

