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Malvinas, la OTAN, Ucrania y los despojos de un imperio

Entendiendo...

El 2 de abril nos encontró a los argentinos nuevamente en cualquiera. La retórica nacional se fascina con la idea de vender nuevamente nuestra soberanía monetaria al FMI, mientras nuestro presidente se alinea geopolíticamente con nuestros adversarios en la disputa por las islas Malvinas a tal punto de llegar a haber ofrecido nuestras tropas a la OTAN para combatir en Ucrania. Eso da para pensar, ¿dónde quedó el sacrificio de los héroes de Malvinas que hoy conmemoramos?

¡Ucrania se Malviniza? | Fotomontaje de Arturo A. Antonini y Paolo A. Soria | Todos los derechos reservados.


Recapitulemos. En los 80´s, un general alcohólico a cargo de un gobierno militar (obviamente no democrático), decidió que era hora de recuperar las Islas Malvinas. Para ello, en un gesto de brillantez estratégica, se enviaron a las islas tropas no idóneas para la lucha en un terreno tan desafiante como el de las Malvinas, mientras que se dejaban las unidades de elite de montaña apostadas en la frontera con Chile con el fin de protegernos de un hipotético ataque de aquel país. El resultado es lógico y trágico. ¿Por qué digo trágico? Porque se pudo evitar.

La tragedia reside en gran medida en que la primer ministra del Reino unido durante la Guerra de Malvinas, Margaret Thatcher,  era neoliberal (lo que hoy son libertarios y de hecho ella es una referente para Milei); y en la búsqueda de achicar al estado, el gobierno británico dispuso decomisionar buena parte de los barcos de sus fuerzas expedicionarias. Si el gobierno de facto argentino hubiera esperado un poco, Reino Unido no hubiese contado con buena parte de los recursos para contraatacarnos.

Para entender Malvinas, su gloria y tragedia, primero tenemos que entender a nuestro adversario. ¿Quién es?, se dirá "los ingleses"; pero eso no es del todo acertado o abarcativo.

El "ocaso" de un imperio

Inglaterra es una nación dentro de la isla de Gran Bretaña que subyugó a sus vecinos insulares (los galeses y escoceses) y en conjunto con el territorio conquistado de Irlanda del Norte y otros territorios ultramarinos como las islas Malvinas conforma hoy un estado conocido como Reino Unido. La ensalada no termina ahí.

Este estado fue un imperio, y no cualquiera, sino más bien la organización política centralizada más masiva territorialmente en la historia de la humanidad. El Imperio Británico incluía Canadá, Australia, India, parte de medio oriente (incluye Israel y Palestina) y una vasta porción de África entre otras enormes retazos de tierra y mar. Aquí un mapita ilustrativo.


Con el tiempo y, sobre todo luego de la Segunda Guerra Mundial, se da el proceso de descolonización por el cuál la mayoría de estos territorios se "independiza" mediante procesos de diversas naturaleza, aunque en su mayoría pacíficos y esto tiene un porqué. Reino Unido se guarda para el control directo a pequeños y estratégicos enclaves que suelen ser pasos marítimos estratégicos. Por ejemplo tenemos a Gibraltar y el Canal de Suez* que son los ingresos al mar mediterraneo, Hong Kong* que se sitúa en pleno mar de China y las Malvinas que "salvaguardan" la conexión del Atlántico Sur con el Pacífico. 

Habrán notado que hablo de "independización" entre comillas y hablaremos del porqué de la no violencia en estas emancipaciones. Esto es porque se hacen fuertes concesiones en materia de soberanía y/o dependencia económica. 

Una bandera tipo "union jack", este es el diseño típico de una colonia, país o territorio perteneciente a la Corona Británica. Sí, este estilo es el de los pabellones de países `soberanos´ como Australia y Nueva Zelanda y tiene un porqué que desarrollaremos luego. Por otro lado, la bandera de las Falklands tiene un atributo distintivo, esto es un escudo con una oveja cuya cría es la actividad más representativa de las islas y parte del ADN de la cultura de los pobladores originarios celtas de la Gran Bretaña. Nos referimos a los kelpers, el pueblo que habita la islas de mayoría escocesa y galesa; etnias tradicionalmente subyugadas por los ingleses desde hace siglos. Debajo el moto "Desire the right" o "Desea lo justo".


Mencionemos por ejemplo el caso de Canadá, Australia y Nueva Zelanda que tienen como jefe de estado (no de gobierno) aún al monarca británico, hoy el Rey Carlos III. En esos países, si uno sufre un proceso judicial, la causa es contra el rey o reina. Las fuerzas armadas de estos países tienen el prefijo "real". Por ejemplo, Real Fuerza Aérea Canadiense, Real Armada Australiana y así. O sea, estas fuerzas armadas responden al rey y no solo en lo declarativo, en cada guerra que involucra a Reino Unido, estas naciones acompañan a su "real soberano". Creo que en este punto se irán dando cuenta lo que implica entrar en conflicto con los intereses de la Corona Británica y sus aliados/súbditos. Pero esta amalgama asociativa no termina ahí.

Los estados que conformaron el Imperio Británico que no tienen un vínculo de soberanía tan fuerte como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, conforman en su mayoría una mancomunidad o Commonwealth (traducido literal como "bien común"). Hablamos de 56 países que conforman la Mancomunidad de Naciones presidida de nuevo por el soberano británico. 

Los tentáculos de nuestro titánico adversario por la soberanía de las islas no terminan ahí. Reino Unido es un importantísimo miembro de la OTAN, la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Esto es una alianza militar nacida de la necesidad de contrarrestar a las fuerzas armadas de la Unión Soviética y el bloque oriental. Estamos hablando de 32 países con los mejores ejércitos del planeta liderados por Estados Unidos de América. Una de las premisas de este tratado es que si algún país ataca a un estado miembro de la OTAN, todos los miembros del tratado deben responder. Aquí se abre la interrogante de qué pasa si se ataca Malvinas siendo un territorio bajo el control directo del Reino Unido. 

Creo que a esta altura se habrá perdido la cuenta de los países a los que uno se enfrenta cuando se opone a los intereses de británicos y la patota de la OTAN. Dicho esto, es imposible no trazar paralelismos de nuestra situación con Malvinas con una guerra actual que involucra un melodrama de soberanía y la intromisión de la OTAN en todo su esplendor.

Ucrania

Ya intenté explicar en su momento que la guerra ucraniana no es como la pintan los medios occidentales. Por un lado, la cuestión se reduce a que la Federación Rusa ataca para evitar que Ucrania se adhiera a la OTAN, una organización que como bien dijimos se puede sintetizar como el “pacto antirusia”. 

Por otro lado, prácticamente estamos hablando de una guerra civil, o al menos fratricida, algo así como que Argentina entre en guerra con Uruguay**. Es decir, el conflicto ucraniano es sin dudas una compleja trama de étnico-histórica en la que Ucrania fue, es y será parte constitutiva y hasta fundadora de la identidad rusa y viceversa. Todo esto se encuentra en una colisión comunicacional que choca con un sin fin de vericuetos inventados por el falso occidente para desmembrar al gran enemigo de la OTAN, UE y USA. Si les interesa profundizar sobre el hecho de que la identidad rusa/ucraniana, que de hecho se funda en Kiev, escuchemos los primeros 2 minutos de la polémica entrevista de Tucker Carson con Vladimir Putin.


Entonces, ¿ahora se entiende la esquizofrenia de condenar el conflicto de Ucrania, cuando nosotros somos una nación que atacó a un país de la OTAN para anexar territorio habitado por británicos? Peor aún, hay que entender además que la Federación Rusa de Putin es del puñado de países que reivindican nuestro reclamo por Malvinas y cuenta además con el segundo ejército más grande del planeta.

Claro está que nuestra gesta en Malvinas no se puede reducir a ese postulado de anexar territorio "ajeno" habitado por extranjeros, como tampoco se puede reducir el conflicto en Ucrania a la ambición de un tirano. En nuestro caso, hay fundamentos geopolíticos para afirmar que las islas forman parte de la unidad territorial argentina. El problema que tenemos ahí, es que existe una población en las islas, los kelpers, con derecho a autodeterminarse como británicos, escoceses, independientes o el sentido de pertenencia que ellos consideren. 

La solución que pienso aquí personalmente, es que sí;  el territorio es argentino, por tanto nos corresponde al menos una parte de los derechos de explotación del mismo, libre circulación y asentamiento de población argentina y finalmente la desmilitarización de la zona actualmente ocupada por tropas y buques de guerra OTAN, sobre todo los que tienen armas y unidades de potencia nuclear.

Putin tocando de oído el bandoneon en su visita al país allá por 2014 durante la crisis en la que logró la anexión de Crimea a la Federación Rusa | Imagen de La Nación.


De igual forma, pienso que si la diplomacia argentina va con los tapones de punta a querer integrar dicho territorio como 100% argentino, no solo que es algo completamente ineficaz, sino que la considero una movida netamente declarativa y por lo general gestionada por el poder político de turno para distraer de los problemas domésticos dándole manija a un enemigo externo. Para colmo, supongamos que tenemos el poderío militar para emprender una campaña de recuperación de las islas, ¿qué hacemos con los isleños que viven ahí hace generaciones? Claro está que son seres humanos con derechos y creo que ninguna población civil merece bombardeos, matanzas y exilio forzoso. Pero bueno, ¿qué se puede hacer para recuperarlas?

El plan

Primero y principal hay que aflojar a la idea ultranacionalista de ir a retomar la islas con violencia. Aflojar pero no soltar. Ir a tomar las islas con violencia es una idea que pudo tener algún sentido allá en 1982, pero hoy es un acto de demencia. La brecha tecnológica entre la milicia británica con el apoyo directo de la OTAN y nuestras fuerzas armadas y su posibilidad de rearme, convierten la idea de una nueva guerra en Malvinas en un mal guión de una película de ciencia ficción. Sobre todo porque se trata de una invasión que no tiene el respaldo de la población isleña, lo cual descarta la única carta para vencer a una potencia militar, esta es la guerra miliciana, guerra asimétrica o guerra de guerrillas, pero dejemos un punto suspensivo allí. 

Si bien dije que una guerra abierta es prácticamente un sucidio, si creo en la necesidad de capacidad ofensiva disuasiva. Básicamente la adquisición de sistemas de armas no OTAN para darle fuerza a nuestros reclamos en las mesas de negociación. Sí, armarnos ayuda, el tema es, considerando nuestros recursos muy limitados, qué comprar y cómo entrenar nuestras fuerzas.

Como  es costumbre de esta columna, insistiré hasta el hartazgo en la importancia de conocer los antecedentes históricos para no repetir errores y en particular cuando tenemos situaciones actuales con un claro paralelismo hacia nuestras problemáticas. Pensemos en la época de la Guerra de Malvinas, las fuerzas armadas argentinas, que además eran gobierno, se estructuraron en aquél entonces bajo la hipótesis de conflicto contra Chile. Su preparación se moldeaba para misiones de combate de montaña de baja intensidad por la enorme extensión y altura de nuestra frontera con nuestro vecino occidental. Claro está, esto no tiene nada que ver con el contexto de invadir Malvinas, es decir, pelear contra un país OTAN con armas OTAN, en un contexto de invasión anfibia, superioridad aeronaval y demás. Así y todo el ingenio argentino rompió récords, como por ejemplo todos los hundimientos y neutralizaciones de buques británicos con un puñado de cazas, bombas inadecuadas y misiles exocet sin clave.


Pilotos argentinos volando literalmente al raz de la superficie marina para lanzar misiles y bombas contra buques diseñados para defenderse de estos ataques mediante armamento teledirigido. Contra toda probabilidad, nuestros pilotos lograron algo que parece imposible en la guerra moderna, impactar e inhabilitar un portaaviones. Como somos una generación sobreestimulada por películas de guerra completamente fantasiosas y propagandísticas, no caemos en lo increíble de tal hazaña. Tal es la vergüenza que genera este hecho que el aparato de propaganda occidental nunca admitió el efectivo ataque contra el portaaviones cuyo nombre ornamenta más aún esta gesta heróica: el HMS Invincible.

Pero basta de hablar de historia. Hablemos de lo que pasa hoy, si Ucrania puede desafiar a las 2da potencia militar mundial, nosotros podemos copiar ciertos elementos para intimidar. Dicho esto, hace un tiempo que nuestras Fuerzas Armadas no cuentan con un avión caza o de ataque competente y la actual gestión de comprar aviones cazas ligeros norteamericanos y usados F16 no parece para nada acertada.

¿Qué pasaría en cambio si aliviamos este déficit estratégico y además lo estructuramos en función a una hipótesis disuasiva hacia con la flota británica que opera impunemente en nuestras aguas territoriales? Compremos aviones navales rusos y misiles antibuques idóneos y ahí se comienza a materializar la posibilidad de darle un sentido a aquel sacrificio de nuestras tropas. Y dejemos lo abstracto, ¿con un par de escuadrones de aviones de combate navales como cazas pesados de la familia SU-27 y el bombardero ligero SU-24 cómo creen que evolucionarían la negociaciones? 


Imaginen que logramos un acuerdo de derecho de explotación de los recursos naturales de las islas, ¿no nos vendrían bien esas divisas para solventar el pago de nuestra deuda y por qué no impulsar la creación de empleo genuino? Soñar no cuesta nada, pero no nos quedemos en lo onírico, gestionar y proyectar si cuesta, pero paga y con creces.

Legado

Dejemos de lado todo y hablemos de ellos. Sí, los Héroes de Malvinas nos salvaron, su increíble actuación dejó en claro que con nosotros, al menos militarmente, no hay que meterse. Tal es la épica de su sacrificio que hasta en la derrota nos beneficiaron por significar la inminente caída de un régimen militar tiránico y genocida y el posterior nacimiento de una democracia que desde entonces no fue interrumpida y por tanto adquiere el estatus de sagrada. Todos estos logros son oscurecidos por la retórica vendepatria en la que se llega a desear el mal de nuestro país solo por abogar por la desgracia para el otro lado de la grieta. 

Pensemos además en los que murieron del otro lado, realmente las Fuerzas Armadas del Reino Unido lucharon ferozmente por su reino sin dejar el profesionalismo y caballerosidad que los caracteriza, donde tuvieron numerosos actos humanitarios por nuestros prisioneros, heridos y caídos. Pensemos también en los isleños, gente que a lo mejor no se siente integrada al Reino Unido, la OTAN o a ser porrista de los EEUU, sino que  más bien se podría beneficiar de estar integrada a nuestro país no solo por cuestiones logísticas, sino también culturales. ¿Es una locura ofrecerles educación universitaria pública o la posibilidad de emprender o trabajar a los kelpers en Tucumán por ejemplo?

Hoy todo esto no solo es una fantasía, sino más bien un imposible. El actual gobierno de Javier Milei se alínea con USA, Israel y la OTAN haciendo completamente imposible la posibilidad de alguna concesión de soberanía en las islas. Una verdadera tragedia.


*Actualmente el Reino Unido perdió el control del canal de Suez y de Hong Kong, frente a Egipto y China respectivamente; eso nos da la pauta que el éxito de nuestro reclamo puede tener alguna posibilidad de éxito.

**Uruguay de hecho obtiene su soberanía constituyéndose como un "estado colchon" entre Brasil y Argentina. Esto es la técnica diplomática en la que se "crea" un país para que dos potencias no tengan contacto territorial directo y por tanto posibilidades de conflictos. Se puede mencionar varios países con una concepción de estas características como Bélgica, Corea del Norte, Mongolia, etc. Ucrania y varias de las respúblicas ex-soviéticas de hecho deberían ser un "colchon" entre países OTAN y Rusia, y ahí se puede ver una de las principales causas de la actual guerra.  

Arturo Antonini

Analista político-financiero, promotor cultural y productor audiovisual.