El jenga peronista: de la campaña anodina al renunciamiento de Manzur y el efecto Acevedo
Ante el fallo de la Corte, Manzur jugó sus cartas: bajó su candidatura a vicegobernador y se alineó con la cruzada de Cristina Kirchner contra los supremos.

Miguel Acevedo juega al jenga con Hugo Ledesma años atrás en la Expo Interior. (Foto: Ministerio del Interior)
"El jefe de campaña de Osvaldo Jaldo Gobernador soy yo. ¡Yo soy el jefe!"
No fueron producto del azar ni la casualidad las palabras que eligió Juan Manzur para rematar su encendido discurso ante una plaza Independencia colmada y cuando todos los ojos de la política nacional se posaban sobre Tucumán. En una maniobra de jenga, en el mismo movimiento, el gobernador bajó su postulación a vicegobernador, subió al ring a Miguel Acevedo como compañero de fórmula de Osvaldo Jaldo y se alineó con la cruzada de Cristina Kirchner contra la Corte Suprema de Justicia: ahora los dos fueron "proscriptos", y el ex Jefe de Gabinete mira más allá de Tucumán.
Este domingo los tucumanos y tucumanas debían acudir a las urnas para renovar todos los cargos elegibles: gobernador, vice, intendentes, legisladores, concejales, delegados comunales. Se trató, sin embargo, del –inconcluso- proceso electoral que menos entusiasmo despertó en los últimos años en nuestra provincia. La crisis económica gobierna las urgencias en el día a día de nuestros comprovincianos, que no tienen tiempo para ver spots de bajo impacto y -casi- nulas propuestas, en una campaña anodina que se diluye en el mar de acoples a los que les cuesta incluso diferenciarse entre sí.
Repasemos: la campaña de 2019 tuvo a Manzur y Jaldo juntos, desafiados por aquel “nuevo” José Alperovich que luego cayó en desgracia y se retiró de la política asediado por la denuncia por violación en su contra; la de 2021, cuando se eligieron tres senadores y cuatro diputados, nos mostró al gobernador y vice enfrentados a rabiar, mientras del otro lado se desarrollaba la propia interna de Juntos por el Cambio que finalmente consolidó el liderazgo de Roberto Sánchez y Germán Alfaro. Fueron buenas campañas, entretenidas, que engancharon al electorado.
Tras aquel ajustado triunfo del Frente de Todos, Manzur se abrazó con Jaldo, partió rumbo a Casa Rosada y el peronismo tenía todo más o menos ordenado, con la feroz interna sepultada. En Juntos por el Cambio el acuerdo entre Sánchez y Alfaro se dilató tanto que la dupla sigue mostrándose incómoda a cada paso que dan, de Los Primeros a La Gaceta. El de Concepción y el de Villa Amalia se ríen más cuando están separados y sus abrazos parecen forzados.
Esta campaña 2023 ningún candidato le tocó ninguna fibra a ningún tucumano. A Jaldo ya lo conocemos todos, y el oficialismo se limita a recorridas y grandes actos bajo el confuso slogan "Mejor Tucumán". Sánchez representa una amenaza para el peronismo, pero el radical todavía no conmueve ni enamora. El piloto ha cultivado tanto el perfil del dirigente calmo y austero que hasta cuesta imaginarlo enojado con la hegemonía peronista. La suspensión de los comicios le da tiempo para relanzarse.
Llegaba el 14 de mayo y la carrera a la gobernación se diluía sin hitos e iba camino al olvido, más allá del hitazo de impacto nacional de María Laura Paz Posse o el baile del caño de Enrique Romero. Pero la Corte Suprema aplicó la cautelar que despertó la algarabía de Juntos por el Cambio y la épica manzurista: mientras el macrismo aplaudía a los supremos, el peronismo tucumano con Manzur a la cabeza –donde quiere estar- comenzó a gestar el golpe de efecto que sacude la campaña anodina, aun con fecha incierta para los comicios.
En la era de los Renunciamientos -de Cristina Kirchner hasta Mauricio Macri- el fallo de la Corte le sirvió en bandeja a Juan Manzur la reconstrucción de su propio relato y forjar su propio –nuevo- destino. Antes del fallo, debía conformarse con ser el segundo de Jaldo y que en algunas paredes se lea Jaldo Gobernador, Manzur Conducción. Desde Buenos Aires, algunos lo mencionaban como un posible vice de Daniel Scioli. Poco para los grandes sueños de Juan XXIII.
Pero hoy el escenario es otro. No se votó en Tucumán, Manzur se bajó de la fórmula del Frente de Todos por Tucumán, declinó su candidatura a vicegobernador, subió al ring al ministro de Interior, Miguel Acevedo, convocó a un masivo acto en la plaza Independencia, donde hizo público y popular su Renunciamiento, mientras desafiaba directamente a los supremos. Como Cristina.
Desde la plaza colmada un caluroso viernes a media mañana, Manzur le gritó a Tucumán y al país que ahora él es "el jefe de campaña de Osvaldo Jaldo Gobernador" pero subrayó especialmente que es "el jefe". La ex interna devenida en disputa de poder con Jaldo, quedó así saldada, al menos desde lo nominal.
Manzur sabe que Jefe suena mejor que vicegobernador y le permite situarse "por arriba" de la disputa electoral provincial. Él nominó la fórmula que peleará su batalla. Un triunfo contra Juntos por el Cambio y la Corte lo podría catapultar a la disputa nacional. Jaldo respira aliviado sin un vice que por peso específico y trayectoria signifique una amenaza inmediata para su liderazgo.
Con Jaldo-Acevedo en Tucumán y Manzur como jefe de campaña mirando el escenario nacional, el peronismo tucumano parece encontrar la sintonía fina que demostró cuando Jaldo se sentaba en el sillón de Rivadavia y Manzur en el segundo despacho más importante de Casa Rosada. La Corte catapultó a Manzur a la pelea nacional, más allá de la disputa territorial comarcana.
Como el Ministerio del Interior catapultó a Jaldo a la fórmula alperovichista en 2015, ahora y en la urgencia catapultó a Acevedo a ser el vice de Jaldo. En un momento de máxima tensión, Manzur no hizo la fácil y se apoyó en un hombre de perfil bajo que ocupará por primera vez un lugar en una boleta: un debut estelar, como lo hiciera Rossana Chahla en 2021.
Acevedo es casi un outsider para el tucumano y tucumana de a pie, para los renegados de la política que se quejan de los mismos de siempre. Se trata de un funcionario de carrera que ingresó al Poder Ejecutivo en los '80 y se mantuvo allí durante el bussismo, que saltó de Economía a Interior y está al frente de esa cartera desde 2015, con un perfil público muy bajo pero un perfil político muy alto. Lo conocen muy bien los 93 delegados comunales y los intendentes de los 18 municipios del interior tucumano. Hasta el único delegado comunal electo por el macrismo hoy apoya a la fórmula Jaldo-Acevedo.
Reuniones, encuentros, actos, fiestas patronales, inauguraciones... Acevedo ha caminado y mucho los pueblos tucumanos. Allí lo presentaban como "el hombre del Interior". A esos rinconces del Tucumán profundo donde la oposición llega en campaña, él ya fue varias veces. Hasta hacia uso de la palabra en los actos tímidamente y agradecía la deferencia, siempre poniendo por delante los apellidos de Manzur y Jaldo que el propio. Lealtad.
A priori, Acevedo no tiene adversarios territoriales que podrían disgustarse con su meteórico ascenso al palacio vidriado de avenida Sarmiento y Muñecas, como sí podría haber ocurrido si el vice de Jaldo era Sergio Mansilla, Regino Amado o dirigentes del riñón de Manzur. Miguel manejo la caja de Interior ocho años, y ahora toca retribuirle con votos en el territorio.
Así, Manzur eligió a un vice que representa una novedad en la campaña monótona, y hasta parece un outsider para el público en general, que tendrá hasta que se vote (¿junio?) para conocer más a este contador de pocas palabras y fervoroso hincha de Atlético Tucumán. Ahora, Jaldo no tiene un Nº2 con peso de Nº1 en la fórmula y Manzur comparte enemigos supremos con Cristina Kirchner, que lo respaldó públicamente. Ambos fueron "proscriptos" y perseguidos. Una jugada arriesgada, como en el jenga. Un triunfo peronista en territorio tucumano será contra el macrismo y contra la Corte, y le permitirá al jefe de campaña Manzur mirar mucho más allá y soñar incluso con una bendición K.
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