"Un tesoro": la historia milenaria y las fotos antiguas de Tafí del Valle maravillan a los tucumanos
“Va cayendo la tarde el sol duerme en el Muñoz/ y el Mala Mala ardiente muestra todo su color/ el Pelao escondido del Ñuñorco creciente/ la luna nace tras el Pabellón". | Por Gabriela Neme. FOTOS Y VIDEO

Hombre del Valle. Fotos Antiguas de Tucumán.
Tafí del Valle es sin dudas uno de los grandes tesoros de la provincia de Tucumán, un lugar que llena de orgullo a sus habitantes y que representa a la región a nivel nacional e internacional. Con su belleza natural, su rica historia, sus tradiciones únicas y su amplia oferta turística, se destaca como un destino imperdible que cautiva a quienes lo visitan. Se encuentra a 126 km de la ciudad de San Miguel de Tucumán, y se conectan a través de las rutas nacionales RN 38 y la provincial 307. Esta pintoresca y amplia ruta, que se va adentrando en la exuberante selva tucumana, sorprende en cada tramo por la belleza de sus cerros. A lo largo del recorrido, el caudaloso río de Los Sosa acompaña el viaje, y durante la travesía, se destacan tres parajes: "El Indio", con su icónica escultura, "La Heladera" y "El Fin del Mundo", ambos reconocidos por su belleza natural.
Al entrar en el Valle, sorprende el impresionante paisaje de fondo con las imponentes cordilleras de la Sierra del Aconquija al sur y las Cumbres Calchaquíes al norte. Entre los cerros se vislumbra el lago de la Angostura, que ofrece un paisaje impactante entre altas montañas, a menudo nevadas. Al otro lado del lago, se divisa la localidad de El Mollar, que cuenta con una completa infraestructura turística.
El Valle de Tafí ha sido habitado desde tiempos milenarios por la cultura Tafí desde el 850 A.C. hasta alrededor del 800 d.C. Los españoles llegaron al valle en el siglo XVI, convirtiéndolo en un importante centro agrícola y ganadero. Sin embargo, su presencia no se consolidó de inmediato debido a la resistencia de los diaguitas, en particular de la parcialidad de los calchaquíes. En 1636, el valle fue otorgado como Merced Real a la familia española de los Leguizamo y Guevara, quienes fundaron una estancia que posteriormente fue adquirida por los jesuitas, quienes ya se habían establecido en la zona en 1617. Uno de los grandes aportes de esta orden religiosa fue el desarrollo de la producción de lácteos, especialmente la fabricación de excelentes quesos y quesillos, que se convirtieron en un clásico.
Hasta la década del ‘40, sobre este paso entre las Sierras del Aconquija, no existía ninguna ruta, lo que significaba que solo se podía transitar a pie o a caballo. Fue recién en 1943 cuando se inauguró la actual Ruta Provincial 307, que facilitó el acceso y la movilidad por esta hermosa región entre las montañas. Esto probablemente posibilitó el desarrollo del turismo, que empezó a crecer desde la segunda mitad del Siglo XX. Las familias tradicionales de la provincia empezaron a instalarse en grandes casonas por motivos, entre ellos como un refugio para disfrutar de su belleza y tranquilidad, sumado a su agradable clima, predominantemente templado y algo húmedo durante el verano, con nevadas invernales que le otorgan un encanto especial. Esta combinación climática hace que Tafí del Valle sea un lugar atractivo para establecer residencias durante todo el año, a pesar de ser conocida como una villa veraniega. Desde el verdor de la primavera y el calor del verano, hasta los colores otoñales y la nieve invernal, ofrecen una experiencia única en cada temporada.
En la última década, Tafí del Valle se ha convertido en la villa turística más popular entre los habitantes de Tucumán y los visitantes, y el crecimiento de la construcción de viviendas ha sido acelerado y exponencial. Quizás esto se deba a la amplia variedad de actividades que ofrece como cabalgatas, recorridos en vehículos 4x4, trekking, windsurf, parapente, visitas a iglesias y estancias jesuíticas, así como la contemplación de sus menhires. Además, los turistas pueden disfrutar de las artesanías típicas de la región al recorrer la "ruta de los artesanos", degustar la gastronomía regional y participar en festivales folclóricos, como el Festival Nacional del Queso que se celebra cada febrero. También se llevan a cabo eventos deportivos como el torneo de rugby Seven, las Intervillas o los torneos de pato.
Incluso existe la posibilidad de realizar turismo religioso durante la Semana Santa, donde se representan las escenas de la "Pasión de Cristo" con la participación de actores locales. Tafí del Valle ofrece una amplia gama de experiencias para todos los gustos, lo que la convierte en un destino turístico muy atractivo y diverso.
Es imposible no enamorarse de este paraíso que ofrece una experiencia única en cada visita. Por esta razón, numerosos poetas, músicos y artistas se han inspirado en este lugar para plasmar su arte. Como bien lo resume la zamba "Tiempo de Tafí": “Va cayendo la tarde el sol duerme en el Muñoz/ y el Mala Mala ardiente muestra todo su color/ el Pelao escondido del Ñuñorco creciente/ la luna nace tras el Pabellón./ Va llegando el verano la guitarra y la canción/ te reclamaron con ansias Mataderos de ilusión/ las alforjas bien ceñidas otros cargan sus mochilas/ pero juntos con una misma pasión./ En la villa me espera la alegría algún amor/ que nos sobra en los Eneros de mi valle de calor/ van cruzando las miradas con suerte de enamoradas/ las estrellas que salen del corazón.(…) Termina ya el verano y otra historia se ha acabado/ el bullicio de los changos ya se deja de sentir/ pero en Semana Santa un hombre sin las espinas/ después de la muerte siempre vuelve aquí./ Los meses pasan volando y julio está regresando/ los marrones y los blancos tiñen todo mi sentir/ de algún poema sin flores se visten los corazones/ y de las guitarras vuelven a vivir”.