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"¡No nos peguen más!": el video más terrible contra los jubilados y qué pasó con los tucumanos en el Congreso

CRÓNICA

La represión más brutal y salvaje del gobierno de Milei se ha vivido esta tarde en el Congreso y alrededores. Un fotógrafo lucha por su vida. | Por Alfredo Aráoz

La Argentina que duele. Foto: @kalofotograma





BUENOS AIRES (Por Alfredo Aráoz).- "Hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados", dijo Maradona mientras Norma Plá hacía llorar al ministro Domingo Cavallo en los tan cercanos 90. ¿Qué hay que ser para no solo no defenderlos sino partirles un palo en la cara y dejar a una abuela tirada desmayada en el piso de Callao? ¿Qué hay que ser para gasear al hombre de la foto bañado en pimienta? ¿Qué tenés que ser para hacer llorar a dos niños que salen de la escuela?

Son las tres de la tarde en Congreso y aquí en Buenos Aires las calles ya pican en los ojos. Hay tufo a quilombo, a hidrantes, a bala, a palo, a Policía Federal, a Gendarmería Nacional. Hay olor desde Once por Viamonte hasta doblar por Callao. ¿No ves que va rodando la luna por Callao?

Son las cuatro de la tarde y en La esquina de Daniel y en todos los bares con ventanillas al paso las teles están clavadas en TN: falta una hora para la convocatoria oficial de la marcha en defensa de los jubilados con el apoyo de hinchas de casi todos los equipos del fútbol argentino, la particularidad de este miércoles negro que ni los colores de las camisetas pudieron evitar.

Entre tantos hinchas con sus camisetas, no sorprende la presencia de los hinchas de San Martín que viven en Buenos Aires. No llama la atención que un hincha de Chacarita consuele a un abuelo con un gorro del Santo y lo calme mientras el jubilado de bigotes blancos llora ante la cámara y ruega: "¡No nos peguen más, por favor! ¡No nos peguen más!".

Cantan los hinchas de San Martín esta tarde en el Congreso: "Ay ay ay ay qué risa que me da, ay ay ay ay qué risa que me da, si tocan a los viejos qué quilombo se va a armar". Y tocan a los viejos. Y se arma el quilombo. Le apoyan la rodilla a un señor de boina y camiseta de Argentinos Juniors. Gasean a una hincha de Tigre que será jubilada en unos años. Agitan las botas los gendarmes a metros de la confitería Del Molino.

A una cuadra, adentro del recinto, dos diputados de La Libertad Avanza se cagan a trompadas, como dicen aquí. Se hacen cagar, como decimos nosotros. "¿Por qué estás de ese lado, cagón? ¿No tenés madre? ¿No tenés abuela? ¿No te das cuenta que el Gobierno te usa, boludo?", les grita en el escudo una mujer a un gendarme.

"¡Qué feo qué feo qué feo debe ser! ¡Pegarle a un jubilado para poder comer!", les cantan a los gendarmes que disparan el gas pimienta por debajo de los escudos. Y la respuesta al cántico es terrible: "¡No corran! ¡Es una emboscada!". Y lo es: nos encierran desde dos puntos y disparan balas de goma a mansalva. Hay pánico total: todos se agachan bajo el techo de un puesto de diarios y revistas cerrado, todos gritan: "¡Hijos de puta! ¡Asesinos!".

El saldo es terrible: seis heridos y Pablo Grillo, un fotógrafo, herido de gravedad, con pérdida de masa encefálica que lucha por su vida y, al cierre de esta crónica, es operado de urgencia. El final es incierto. Suenan cacerolas en los barrios porteños. Suenan cacerolas. Sonaron balas. La noche todavía retumba.