"El rock anda muy tranquilo y hay que despertarlo": vuelve El Cheto, viene el Junior, explota el rocanrol en Tucumán
Cómo un pibe de Alberdi rompió la escena con Malas Lenguas, cerró los bares por donde vas, se quedó quieto y ahora está listo para barajar y dar nuevo. Quién es Daniel Carabajal y por qué hay que ir a verlo el viernes con el ex cantante de La 25. | Por Alfredo Aráoz

El Cheto en eltucumano.
"El apodo viene de Alberdi. Yo viajaba mucho a Buenos Aires y mi abuelo me había regalado una bici antigua. Cuando volvía de Buenos Aires a Alberdi ya volvía con una crestita o algún corte exótico. Y con ese corte andaba en la bici que me había regalado mi abuelo, una bici que era distinta a las otras bicis. ‘Una bici cheta’, como decían los vagos. Entonces me pedían la bici y le decían La Cheta. ‘Prestame La Cheta, vos sos El Cheto, el Cheto Dani'. Y así quedó: El Cheto”.
Daniel Carabajal tenía nueve años y no le decían El Cheto cuando abrió sus ojos chinos una mañana y se encontró con un teclado Yamaha que su viejo le compró al Vilo Sarmiento, el tío del Cheto, y un guitarrista clave del Sur tucumano junto al Barbeta Ramón y al Quetupí, cuerdas y voces del folklore nuestro. “Sí, la música llega a través de mi viejo. Cuando mi viejo compró ese teclado, ahí empezó todo. Fui a aprender teclado un tiempo, pero me aburría muy rápidamente. No me gustaba lo que me enseñaban. Cuando aprendí a hacer temas, lo dejé y empecé a tocar las cosas que me gustaban”.
Siempre mirando de reojo las estructuras formales del aprendizaje, de la calle, del laburo, de la vida, cuando El Cheto dice que empezó a tocar las cosas que a él le gustaban es cuando aparece otro personaje capital de su vida: El Chango Oviedo. “La primera música llega a mi vida a través de la escuela donde estaba él, un amigo de la primaria. El Chango tenía a su mamá en Buenos Aires y la vieja venía a Alberdi con discos de los Rolling Stones, de los Doors. Tenía vinilos, discos, vhs, todo. Y así nos hicimos grandes amigos y ya en el delantal de la escuela dibujamos la lengua de los Stones y una calavera de Axl Rose”.
En Alberdi hasta que terminó la secundaria, la vida del Cheto siguió en San Miguel de Tucumán: “En la casa de mi amigo El Chango ya grabábamos nuestros primeros cassettes. En su casa empezamos a escuchar a Los Caballeros de la Quema, La Renga, Las Pelotas, Los Piojos, bandas que cuando estaban despegando las conocimos. Aparte, a mí siempre me gustó y me gusta Sumo y Los Redondos. Pero siguiendo a las bandas ya en Tucumán noté que ninguna me contenía totalmente: iba a ver rock, punk, reggae, de todo. Pero ninguna me convencía. Entonces empecé a conocer gente y a pensar en armar mi propia banda y así apareció El Bacha Martín. Ahí armamos Malas Lenguas. Ahí explotó todo”.
El Cheto y Malas Lenguas son sinónimos: “Malas Lenguas es todo para mí. Empecé a escribir, a juntarme con gente de arquitectura, me junté con El Bacha, conseguimos un par más y formamos la banda. Al principio no teníamos nombre. Iba a llamarse La Cheta. Ya en los ensayos venía muchísima gente y empezó a correrse la bola. Ensáyabamos al lado de SOS San Bernardo, en una casa vieja que todavía está. Tocábamos todo el tiempo. Hasta que todo se detuvo”.
Cuando El Cheto hace una pausa en esta entrevista con eltucumano es la misma pausa que le hizo a su música y que vino de la mano del laburo, de la familia propia, del mango diario, del subirse a una bici que ya no es la del abuelo, de pedalearle a la vida todos los días con Hugo, con la Malu, con Roli, con Jere, con la Negra, con Walter, con la cadetería, con todo el bonus track que tiene que ver con la adultez y que, en la Argentina de la furia y los silencios, deja a veces a la música en un segundo plano.
Hasta que volvemos.
“Estuve pateando la pelota mucho tiempo para más adelante. Estaba con el acústico, pero eso ya se terminó. Quería mantener la llama, pero no funcionó. Tenía todo quieto. Hasta que activé: retomé mis escritos, me puse a leer, retomé textos viejos, volví a escribir, y salí del letargo. En eso apareció el Junior, el ex cantante de La 25 y ahora Caras Extrañas. El Junior me llamó, hablamos un montón y me sacó del letargo. Me desbloqueé y entendí que hay que luchar por todos los frentes: el laburo, la familia y también la música”, cuenta El Cheto y reconoce que la realidad que se vive en las calles también tiene mucho que ver con esta nueva etapa que empieza esta noche del viernes 11 de abril.
“Volví a escribir y volví a la música también como una consecuencia de todo lo que está pasando. Todo lo que pasa es lo que me lleva a volver a expresarme. El otro día lo hablaba con los pibes en el barrio: siento que en cualquier momento van a volver a robarte las zapatillas. Ahora te roban el celular, pero en cualquier momento van a volver a robar zapatillas. Y no nos podemos hacer los boludos con lo que está pasando”, tira El Cheto.
-¿Y sentís que el rock se está haciendo el boludo?
-Las bandas que me representaban en aquella época no. Hay artistas que siguen bajando línea como El Chizzo o El Indio. Pero después sí: siento que todos muy tranquilos. El rock anda muy tranquilo y hay que despertarlo. ‘Nos quieren pacientes’, como dice El Indio. La gente está completamente adormecida. O lobotomizada, como dicen Los Ramones.
-¿Y el viernes entonces qué pasa?
-El viernes volvemos a jugar. Salimos al escenario con Facu (Cheti Roll Band, La Crota, en la viola); con Atilio (Malas Lenguas, Blusvalía, El Club de Mora); Patito Toledo (Rey Peón y Meta Root); el Gaby (batería en Malditas Ratas); Julián Silvera en la armónica; y Peluquín, el Peluca, para subir a tres violas; y su servidor al frente para volver a los escenarios a rockear, a telonear a Caras Extrañas, el seleccionado del Junior que viene a Tucumán a rockearla entera con el tecladista de La Mississippi, con Arito Rodríguez de Viticus, con Heber en la batería (Juanse, La 25), el tecladista Gaston Picazo y Rodia guitarra acústica de La 25. Con ese equipo tocamos en Diva, que el viernes y domingo funciona como espacio para las bandas, no como boliche, aclaramos para los que nos preguntan. Así que ahí vamos de nuevo. Listos para tocar, listos para que sea una gran fecha, listos para rockearla.