Advierten sobre el riesgo de exponer a los niños al humo de los incendios en campos y banquinas
Alerta: Pandemia
Profesionales nucleados en la Sociedad Argentina de Pediatría alertaron sobre las afecciones que derivan de una mala calidad del aire. Seis consejos a tener en cuenta para preservar la salud.

"El humo de los incendios forestales está compuesto por una mezcla de gases y partículas pequeñas. Puede ser el causante de enfermedad en cualquier persona, incluso en aquellas sanas si están expuestas a una cantidad suficiente de humo en el aire, pero la población infantil constituye uno de los grupos más vulnerables, sobre todo los niños pequeños". Así lo afirmaron especialistas de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) en relación con los incendios que están sucediendo en estos días en una decena de provincias argentinas, entre las que se encuentran Tucumán, donde este año la Dirección de Defensa Civil registró un récord de denuncias por la presencia de fuego en cañaverales, pastizales y banquinas.
Los especialistas en Pediatría destacaron que el humo de los incendios afecta más a los grupos de riesgo: los adultos mayores, las mujeres embarazadas, los niños (especialmente los más pequeños) y las personas con afecciones respiratorias y cardiacas preexistentes.
“La vulnerabilidad de los más pequeños se debe a que tienen un organismo inmaduro, con condiciones anatómicas diferentes, y que se encuentra en crecimiento y desarrollo. Al mismo tiempo, consumen más cantidad de aire por kilo de peso y por día, respiran en forma más acelerada, su demanda de oxígeno es mayor y sus pulmones no se encuentran totalmente desarrollados, como consecuencia, esto los coloca en una situación de mayor riesgo al respirar aire contaminado”, sostuvo la doctora Marisa Gaioli, médica pediatra y secretaria del Comité de Salud Infantil y Ambiente de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
Respirar el humo generado por la quema puede tener efectos inmediatos en la salud, entre ellos: tos, dificultad para respirar, irritación en los ojos y garganta, rinorrea, bronco obstrucción, dolor de pecho, cefalea, crisis de asma, cansancio y decaimiento.
Desde el Comité de Salud Infantil y Ambiente de la SAP recomiendan una serie de medidas de prevención para los niños expuestos al humo de incendios:
1. Preste atención a los informes locales sobre la calidad del aire. Cuando ocurra un incendio forestal en su área, esté atento a las noticias o las advertencias sobre los peligros del humo para la salud, considerando los mensajes que emitan las autoridades de salud pública y tomando precauciones adicionales de seguridad como, por ejemplo, evitar estar al aire libre.
Deforestación versus Salud
“La deforestación, la contaminación, las emisiones de gases de efecto invernadero, el secamiento de los humedales, el cambio climático, la globalización y otros factores de la vida moderna están provocando la desaparición de especies y dañando los ecosistemas a una escala sin precedentes y, finalmente, dañando la salud humana. Todo esto hace que nuestro mundo y la diversidad biológica que alberga estén en peligro”, afirmó la doctora Andrea Francese, especialista en Salud y Ambiente y pro-secretaria del Comité de Salud Infantil y Ambiente de la SAP.
El Panel Intergubernamental de Cambio Climático estima que un importante porcentaje (del 30 a 40%) de la disminución de Gases de Efecto Invernadero (GEI) puede lograrse evitando la deforestación, la degradación de los bosques y la recuperación de áreas forestales. El déficit de lluvias y la falta de humedad en el suelo favorecen la aparición de incendios. Con el aumento de la temperatura los árboles absorben grandes volúmenes de agua del suelo con lo cual éste se seca al igual que el material orgánico en él depositado y favorece la combustión. A escala mundial, la duración de la temporada de incendios aumentó 18,7% entre 1979 y 2013.
Del mosquito a la epidemia
En el mundo mueren 7 millones de personas al año por causa de la contaminación atmosférica y los incendios forestales constituyen una de las fuentes de contaminación, junto a la quema de combustibles fósiles, el transporte, las industrias, la agricultura y la ganadería, siendo estas también las fuentes de GEI.
Por otro lado, la tala de los bosques tropicales genera las condiciones óptimas para la difusión de las enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria y el dengue: cuando la agricultura sustituye al bosque, la regeneración de los arbustos proporciona un entorno mucho más apropiado para los mosquitos portadores de los parásitos de la malaria y el dengue. Es decir, la desaparición de bosques conduce al riesgo de epidemias, en especial de aquellas transmitidas por determinados mosquitos.
Asimismo, al iluminar intensamente el suelo que antes estaba en penumbra bajo el bosque, la luz solar aumenta las temperaturas del agua, se vuelve más turbia y favorece su contaminación. Las micro cenizas que se forman son transportadas a larga distancia, se van depositando y distribuyendo por todo el planeta y cuando alcanzan las zonas de nieve y glaciares contribuyen a su derretimiento al reducir la cantidad de radiación solar que refleja la superficie ahora contaminada.
“Todo esto explica el rol de la deforestación como colaborador del cambio climático. Todos somos responsables de tomar acciones para lograr mitigar este cambio global que afecta nuestro planeta”, concluyó Francese.