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La sesión secreta y el sueño de Manuel Belgrano que no pudo ser

DÍA DE LA BANDERA

Pese a contar con el apoyo de José de San Martín y Martín de Güemes, la prensa porteña de la época terminó echando por tierra las intenciones del general.





El 6 de julio de 1816, durante una sesión secreta en el Congreso de Tucumán, Belgrano, recién llegado de una misión diplomática en Europa, presentó su propuesta. La independencia ya estaba decidida, pero faltaba definir la estructura política del nuevo Estado. Belgrano sugirió que “la forma de gobierno más conveniente para estas Provincias sería la de una monarquía temperada, llamando la Dinastía de los Incas, por la justicia que en sí envuelve la restitución de esa Casa tan inicuamente despojada del Trono.”



Analizando la Declaración de Independencia, llama la atención que los representantes se denominan a sí mismos como de las “Provincias Unidas en Sudamérica”, omitiendo “Argentina” o “del Río de la Plata”. Otro aspecto relevante es que inicialmente se referían a la independencia del “Rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”, pero diez días después, a instancias del diputado Medrano, se añadió “y de toda otra dominación extranjera”. Este detalle subraya la intención de evitar caer bajo cualquier otra forma de colonialismo.


Fernando Sabsay, en su libro 'Rosas, el federalismo argentino', argumenta que la propuesta de Belgrano no era un desatino sino parte de una estrategia. Desde principios de julio, el Redactor del Congreso eliminó las referencias a lo “rioplatense” y enfatizó lo “sudamericano”. Esto implicaba que cualquier distrito sudamericano que se adhiriera a la declaración quedaría incorporado a la Nación sudamericana.


El Congreso intentaba continentalizar la declaración de independencia, no limitarla al futuro territorio argentino. Pocos días después de la declaración, Santa Rosa de Lima fue declarada Patrona de la América del Sur, y el nombre del titular del poder ejecutivo se cambió a Director Supremo de las Provincias Unidas de Sudamérica.


Un aspecto crucial de la propuesta de Belgrano era la futura capital del Estado: Cusco, en el entonces Virreinato del Perú, fuera del ámbito del Virreinato del Río de la Plata. Esto demostraba un deseo de trasladar el centro del poder político desde Buenos Aires al interior de América, más poblado y con mayores recursos.


Fuera del Congreso, dos figuras clave apoyaron la propuesta de Belgrano. José de San Martín, desde Mendoza, expresó su apoyo al congresal Godoy Cruz, destacando las ventajas del plan de un Inca a la cabeza. Martín Miguel de Güemes, desde Salta, también mostró su adhesión y anunció el proyecto a los pueblos peruanos.


A pesar de estos apoyos, la propuesta de una monarquía constitucional incaica no se concretó, y la idea de formar las Provincias Unidas de Sudamérica desde Panamá hasta el cabo de Hornos tampoco prosperó. La prensa porteña atacó sistemáticamente el plan, y los intereses portuarios prevalecieron sobre los del conjunto de los pueblos.


Bartolomé Mitre, en su biografía de Belgrano, desestimó la propuesta como extravagante e irrealizable. Sin embargo, Belgrano tenía un profundo conocimiento de la realidad local y mundial, gracias a su experiencia en los campos de batalla y sus misiones diplomáticas. La idea de constituir las Provincias Unidas de Sudamérica requería una visión estratégica y pragmatismo, elementos que no eran comunes entre los intereses portuarios.


La idea de una monarquía incaica con un modelo constitucional no era tan sorprendente en el contexto de la época, donde la mayoría de los pueblos eran monarquías. La propuesta de Belgrano de coronar a un descendiente del último emperador inca tenía como objetivo evitar coronar a un príncipe europeo y entusiasmar a la población autóctona con los postulados independentistas.


El plan monárquico con capital en Cusco no era un indigenismo forzado, sino una apuesta por la unidad. Sin embargo, la idea de un retorno al Incario, con su régimen teocrático y autoritario, no seduciría a los pueblos sometidos al poder central del Cusco. En cambio, la propuesta de Belgrano pretendía evitar comprometerse con una monarquía europea y ganar el apoyo de la mayoría indígena.


El fracaso del plan monárquico y la gesta emancipadora para formar los Estados Unidos de Sudamérica resultó en la atomización de los territorios en quince estados independientes. Como señaló el pensador uruguayo Alberto Methol Ferré, el poder quedó en manos de las “polis oligárquicas portuarias.”


En conclusión, la propuesta de Manuel Belgrano de una monarquía constitucional encabezada por un descendiente de los Incas no fue un desliz desafortunado, sino una estrategia audaz para crear una nación sudamericana unida. Aunque no se concretó, el plan reflejaba una visión de unidad y justicia que superaba los intereses locales y portuarios, buscando integrar a toda la América del Sur en un proyecto común de independencia y prosperidad.


El Plan del Inca de Manuel Belgrano