Fin del misterio: la razón por la que los porteños llaman "casita de Tucumán" a nuestra Casa Histórica
9 de julio
Esta denominación que tanto irrita a los tucumanos, tiene su origen en la historia de la casona desde que se firmó el acta de la Independencia hasta 1943.

Foto Facebook/Museo Casa Histórica.-
Con la llegada de un nuevo 9 de julio, jornada en la que se conmemora los 208 años de la Independencia Argentina, Tucumán toma una relevancia especial al convertirse por un día en la Capital del país.
Esto causa que la atención nacional se posicione sobre la provincia y multiplica las veces en que los tucumanos escuchamos la frase que tanto incomoda y hasta molesta: "la Casita de Tucumán".
Esta denominación para el lugar donde se firmó la independencia del país tiene una razón de ser que proviene de las varias demoliciones y restauraciones que la casona, ubicada en calle Congreso al 100, sufrió a finales del Siglo XIX y principios del XX. Gerardo Di Fazio Lorenzo, Coordinador de Culto, Dirección Gral. de Relaciones Exteriores y Culto de la Cámara de Diputados, escribió para Infobae un enriquecedor artículo donde explica un poco la historia de la casa más importante del país, como el abandono, los cambios y restauraciones que sufrió tras la declaración de la Independencia.
Luego de la firma del acta en 1816, la casona que pertenecía a Francisca Bazán de Laguna, en 1839 pasó a ser propiedad de María Vicenta del Carmen Zavalía de Zavalía (se casó con su tío), hija de Gertrudis Laguna Bazán y de Pedro Antonio de Zavalía. Estos la reparan de su estado ruinoso, demuelen todas las construcciones del segundo patio y construyen una nueva cocina.
En 1869 fue sancionada la ley autorizando al Poder Ejecutivo Nacional a adquirir la casa y hacerse cargo de su conservación y puesta en valor. Ese año, el fotógrafo Ángel Paganelli tomó fotografías del frente en estado ruinoso y del primer patio (con el salón de la jura). Esas imágenes servirán mucho tiempo más adelante para la recuperación de su frente histórico y patios.

La histórica foto tomada por Ángel Paganelli. Foto de Facebook/Museo de la Casa Histórica.-
En 1902, otra vez todo el edificio amenazaba quedar en ruinas. El presidente Julio A. Roca, por medio de un decreto, ordena demoler la casa completa, dejando en pie sólo la sala de la Jura. En 1903 comenzó la demolición y en septiembre de 1904, presidido por el mismo Roca, fueron inauguradas las nuevas instalaciones.
Esta fue denominada “El Templete”, obra que fue considerada en esos momentos como una verdadera maravilla arquitectónica, de exquisito gusto y refinamiento europeo. Sin embargo, dentro de esta estructura imponente, con inmensos ventanales y vitraux, plagado de molduras, cornisas y pináculos, lleno de placas de bronces en sus muros, totalmente de estilo francés, en cuya explanada de ingreso había dos murales de bronce realizados por la genial escultora tucumana Lola Mora que recordaban el 25 de Mayo de 1810 y del 9 de Julio de 1816 y un balcón que rodeaba todo el edificio y servía como estrado para las autoridades, estaba el viejo “Salón de la Jura”, el cual al ser separado de su entorno natural parecía una simple casita, chiquita, de adobe, con una pequeña puerta central y dos ventanitas, con techos de tejas. Dentro de semejante e imponente alhajero estilo francés, no era ni más ni menos que una humilde y sencilla casita.

El Templete. Foto Infobae.-
Hoy la casa recrea a aquella que llegó en ruinas a 1870, y es la que fotografió Paganelli. La obra fue realizada por Amilcar Zanetta López, con obreros y artesanos de la DNA con la dirección y supervisión de Buschiazzo. El 24 de Septiembre de 1943, el Presidente Pedro Pablo Ramírez inauguró las obras de reconstrucción total de la Casa y la transformó en museo.

Fachada actual de la Casa Histórica. Foto de Facebook/Museo de la Casa Histórica.-