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"Lo recordamos": Carlos Roldán volvió a Ciudadela para revivir un clásico inolvidable

CLÁSICO DEL RECUERDO

Hace años que San Martín y Atlético no se encontraban en la misma categoría y un dos de octubre como hoy lo hicieron por el Argentino A: "La cancha explotaba y les ganamos con los goles de Villalba y Vera". ¿Qué pasó aquel domingo a la mañana? VIDEO

Roldán volvió a pisar el césped de Ciudadela después de cinco años.





Carlos Roldán vuelve este miércoles dos de octubre a pisar el verde césped de Ciudadela. Hace cinco años que no lo hacía. La última vez que sus zapatillas blancas lo hicieron fue dirigiendo a Mitre. Ahora usa naúticos azules al tono con una remera de Cagliari. Cuando Roldán entra a la cancha de San Martín toma aire, se llena el pecho y suelta el aire. El sol que tanto le gusta a Roldán le rebota de nuevo en la piel curtida por los años y lo guía otra vez hasta su lugar en el mundo: el banco de suplentes local, desde donde más feliz hizo a San Martín.

Justo este miércoles Roldán vuelve a pisar el césped de Ciudadela para una producción audiovisual de eltucumano.com que saldrá en los próximos días, justo hoy que se cumplen 14 años de un partido que ha marcado a fuego al clásico tucumano, el del reencuentro entre San Martín y Atlético después de mucho tiempo por caminos cruzados de categorías, uno de los clásicos más esperados con un sol que esa mañana pelaba sobre los cuatro costados colmados de hinchas: los Cirujas viéndolo pegados con los torsos de costado, y los Decanos desbordando la Bolívar hasta tirar abajo el parapelotas, cordón policial y a jugar, papá.

Cierra los ojos Roldán, los abre para mirar las tribunas y recuerda: “Lo que fue ese partido de esa mañana de día domingo. La cancha explotaba. Era la época que todavía podía venir el visitante, que se podía disfrutar de otra manera. Era la época por la que acá (señala el césped) pasaba el doctor Barreto para ir a atender a uno de Atlético y nos decíamos cosas. Lo recordamos ahora con el doctor, una persona excelente. Cuando estamos juntos nos tomamos un cortado y lo recordamos”, se ríe el Negro con la misma sonrisa que ensayó cuando el clásico se resolvió en un par de minutos.


Son sentimientos que aparecen ahora de nuevo que los revive, pero está más tranquilo Roldán. Visceral como él solo, ahora que vuelve a pensar en lo vivido, lo hace reflexivo, contempla, como si se sorprendiera de ese carácter que lo ha llevado a pasar por todas las emociones y, por ejemplo, haber sido un protagonista fundamental de la historia más grande del Santo con dos ascensos a Primera (88 y 2008 como técnico) de los cuatro logrados. “Son sentimientos que aparecen cuando uno recuerda todo eso que conlleva un clásico, lo que conlleva la alegría de ganar un clásico”.

Es la alegría que sintió Roldán en ese clásico porque se definió en una ráfaga de minutos: el gol de Villalba y al toque el cabezazo de Mario Vera con una jugada preparada, esa debilidad del entrenador: “La teníamos trabajada a la jugada: el gol de Vera vino de un envío donde los metíamos a ellos al primer palo y los sacábamos tirando para atrás al primer palo. Cuando vos sentís como entrenador esas cosas que se te dan, y más en estos partidos, es único. Vimos plasmado lo que habíamos hecho en la semana. Antes no era tan común lo táctico y lo estratégico”.

A ese clásico ganado por 2 a 0 le siguió después la revancha en el Monumental por la segunda vuelta del Federal A: y el equipo de Roldán se llevó un empate 0 a 0 de 25 y Chile que también lo dejó bien parado: “A los clásicos cuando no los perdés, los disfrutás. Capaz que no disfrutás tanto de un empate, pero cuando viene de la mano de una buena performance, de algo que preparaste no para empatar sino para jugarlo, también es bueno. Y a ese en la cancha de Atlético también lo disfruté. La verdad que ese fue un grupo de jugadores que combinaba todo: lo que hacían ellos, lo que hacíamos nosotros. La gran virtud de los entrenadores es cuando vos tirás la propuesta, el jugador la recibe, la toma como propia y la ejecuta. Bueno, ese grupo tenía todo, la creencia absoluta para que las cosas sucedan. Y ese día sucedieron”.