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Dejame soñar: Julián en Modo Kempes, Messi iluminado y eterno

análisis mundial

Argentina está en la final del Mundial con un 10 mágico y un 9 goleador implacable e incansable. La Selección de la gente da un paso más y todos nos subimos la Sacaloneta otra vez de cara al domingo.





Es martes 13 y nadie se dio cuenta, todos nos casamos con la Scaloneta, todos nos embarcamos en esta ilusión que nos condena. No es tiempo de supersticiones, no de las de este tipo, por supuesto que hay que respetar cábalas y cumplir promesas, no podemos dejar de cumplir con los rituales que nos trajeron hasta acá y que hoy queremos que nos lleven un pasito más adelante. 

La noche larga de un lunes largo, sin pegar un ojo y con el mismo sueño que cada cuatro años nos desvela y nos convoca, hoy nos mantienen frente a los televisores, con las radios en las orejas, con los asuetos y las oficinas cerradas. 

Este martes se convierte en domingo y la primera imagen de Messi lo muestra sonriente, con la mirada de fuego y el disfrute de un niño que está por jugar al juego que mejor juega y más le gusta. Y a nosotros nos gusta, nos encanta. 

Qué distinto a ese Messi que contra Croacia en el 2018 se refregaba la cara, con el himno mudo y la evidente incomodidad de quien se quiere ir ya mismo de  donde está. 

Ese Messi apático, apagado y desganado, hoy merecía una revancha contra los croatas que mantienen la base y su estampa de equipo duro, con oficio y experiencia. Y en la primera media hora, se juega como ellos quieren. La tienen, la tocan, la franelean, pero, por suerte, no llegan. 

Pero basta un pelotazo de Enzo, el inmenso, para que Julián pique y quede solo como Palacio en el 2014: “Era por abajo”, habrá pensado y lo intenta y tampoco entra. Por suerte, el arquero se lo lleva puesto  y es penalazo. 

“¡Penal, penal!”, grito y puños apretados, festejo medido y al toque el miedo y los nervios de esa arma de doble filo, de ese abismo que separa el cielo del infierno en tan solo 12 pasos. Si le mete, gritamos; si lo erra Messi todo se pone cuesta arriba y el golpe puede ser fuerte. 

El de ellos es el mejor atajador de penales de la Copa y Lío lo sabe, por eso lo mira de frente y le apunta al ángulo con ese misil que ni 10 arqueros hubieran atajado. Y a festejar. 

Entonces, esta Selección que hasta recién veía pasar la pelota sin poder recuperarla, sale de la postura agazapada, de guardia alta y se lanza al ataque sobre su rival herido. Como un boxeador que acierta la piña que hace tambalear y sabe que es el momento de terminar el pleito y por eso sigue atacando y contraatacando. 

Entonces Messi se desprende a velocidad y lo tumban después de que se la suelta a Julián que ya no es Álvarez y ahora es Kempes, se la lleva puesta sin perderla de vista, sin sacrale ni una milésima de segundos la mirada de encima, con la potencia y guapeza del Matador, con la picardía de la araña que pica y no para de picar. “¡Golaaaaazoooo!”, se grita en Tucumán, se festeja en Manchester, se emocionan Calchín, estalla Bangladesh. Todos abrazados a la ilusión que nos condena. 

Este equipo felino y perspicaz huele el miedo y come rivales, intensifica más, profundiza más ese hambre voraz y se tira sobre su presa croata que a esa altura ya piensa más en guardar fuerzas para el tercer y cuarto puesto que pelearla en esta semis. 

Entonces, el 3 a 0 que nadie pronosticaba y todos soñábamos, empieza a ser una posibilidad cierta, que ya no sorprende, ni aunque ellos metan tres cambios con la idea de vender cara una derrota que ya está regalada. 

Entonces, tras alguna pared de Messi con Enzo Fernández que casi es gol, y algún que otro destello ofensivo, Lionel tiene guardado una gema más: Julián se la pivotea después de un latera ofensivo, y Messi encara a uno de los mejores defensores del mundo y del mundial, que tiene 20 años, usa máscara y dicen que es crack. Lo saca a bailar tango, zamba, chacarera, cumbia y cuarteto, todo junto en la misma a jugada en la que lo arrastra, lo lleva, lo trae y lo maltrae. Encara como el Diego, quiebra la cintura como el Burrito, acelera como el Cani y tira el centro atrás perfecto como Redondo. En fin, una jugada de Messi en su máximo esplendor para que Julián defina y el defensor Croata de 20 años se jubile o pase de valer 80 millones a  sólo 10. 

Así, Argentina saca la chapa de candidata que se esperaba, avisándole a Croacia, pichona de potencia mundial (en seis mundiales metieron tres semis), que todavía tienen mucho camino por recorrer, que esto empezó en 1930, que tuvimos que jugar 18 copas del Mundo y que en una de cada tres, nosotros, los argentinos, jugamos la Final.