"Apareció quien me encontró": Lucía, la niña del tren Tucumán-Buenos Aires
HISTORIAS DE ACÁ
Su historia publicada la semana pasada en el tucumano llegó a más de 13 millones de personas: entre ellas, el señor que trabajaba en la Estación de Retiro y vio a una bebé de 1 año y 3 meses sola en un asiento de primera clase. La foto y el mensaje.

La primera foto de Lucía, el 10 de octubre de 1998.
Más de 13 millones de personas tuvieron acceso a leer la historia de Lucía Gurevich, la joven de 22 años que le contó la semana pasada a el tucumano parte de esa historia. Es la historia de una búsqueda que empezó Lucía para saber qué pasó antes del dos de octubre de 1998, la tarde que alguien la encontró abandonada con 1 año y 3 meses en el vagón de un tren que salió de Tucumán y terminó en la Estación de Retiro.
La repercusión de su historia ha alcanzado niveles jamás pensados para Lucía: “Nunca imaginé que tanta gente se contactara conmigo. Acabo de salir al aire para una radio de Chaco, está pronta a salir mi historia ahora en Infobae. Me llamaron hasta desde México y España. Cuando hablé con ustedes empezaron a llamarme muchas personas, entre ellas, Claudio”.
Lucía fue encontrada abandonada en Retiro aquel viernes 2 de octubre del 98 por un señor de bigotes que trabajaba en los andenes y en las formaciones que llegaban desde distintos puntos del país: ese señor es Claudio, quien está casado con Claudia, quien por entonces también trabajaba en Retiro: “Entre todas las personas que me contactaron ahora, apareció quien me encontró. Me dio más detalles de todo lo sucedido y una sorpresa impensada”.
La sorpresa impensada fue cuando hace unos días, Lucía estaba viendo una película con su papá y su mamá en su casa cumpliendo la cuarentena. Era de noche cuando se le iluminó la cara por la pantalla del celular con un mensaje: “Abrí el celular y leí: ‘Hola, Lucía. Eras tan chiquita cuando te encontré’”.
En el acto Lucía les dijo a sus padres: “‘Mamá, papá: ¡apaguen todo! Apaguen, apaguen’. Era el señor que me había encontrado en el tren. Me mostraba la foto que me sacó ese día cuando me encontró. Yo solo tenía la foto que apareció en la nota, pero esta foto que me llegó ahora es mi primera foto. Cuando la vi me emocionó, me movió todo”.
Además de la foto, Claudio le contó a Lucía cómo fue el momento: “Me llamó y me contó cosas que no sabía”, relata Lucía, emocionada con lo vivido: “Claudio me dijo: ‘Te encontré en el primer asiento de primera clase. Estabas con unas pinturitas en la mano. Cuando te vi, por la radio le mandé un mensaje a Claudia, mi mujer, que trabajaba en la boletería. Le dije: ‘¿A que no sabés la linda nena que encontré?’”
Después de que Claudio le avisara a Claudia por radio que había encontrado a una bebé solita en un asiento de primera clase del Ferrocarril Mitre de la firma Tufesa, la misma que por entonces hacía el recorrido Tucumán, Santiago del Estero, Santa Fe, Rosario y Buenos Aires, pasó lo siguiente: “La mujer de Claudio me mira y le dice: ‘Ay qué linda es, pero hagamos lo correcto’. Esperaron unos minutos para ver si alguien no me reclamaba, si no me habían olvidado. Pero nadie fue. Entonces me llevó la Policía al Hospital Argerich en un móvil, y Claudio y Claudia en otro auto”.
Claudio y Claudia, las personas que encontraron a Lucía en el vagón del tren se encariñaron con la bebé y quisieron adoptarla, pero la jueza de turno lo impidió. Había una serie de trámites que cumplir no muy distintos a los actuales: “Me habían puesto Milagros porque así me consideraban, pero no pudieron adoptarme. Mis papás, en cambio, también querían una hija y habían estado dos años y medio en la espera, y mientras tanto yo estuve en una salita del Hospital Argerich hasta el 18 de octubre, justo el Día de la Madre”.
“Cuando llegué al Argerich, los médicos determinaron que tenía 1 año y 3 meses. Y pusieron como fecha de nacimiento el 2 de julio del 97. Tal como me habían dicho, Claudio me contó que tenía el pelito recién cortado, no se acuerdan la ropa que tenía puesta, pero sí que estaba sana y bien nutrida. Quiero dejar en claro que cuando hablo de buscar la verdad no lo hago con rencor. Siempre creí que la persona que me dejó en el tren no me abandonó, me protegió de algo. Cuando yo inicié esta búsqueda, les dije a mis papás que no piensen que la inicio porque no los quiero a ellos, crecí y vivo en una familia muy feliz. No me gustaría que se sienta mal la persona que me dejó en el tren. Si leyera esta nota, no quisiera que piense mal ni que la gente comente cosas feas al respecto como ya he leído”.
Si Lucía nació en Tucumán o no, o si es de Santiago, o de cualquier ciudad que incluyera el recorrido de ese tren es algo que solamente el tiempo lo dirá: “Claudio, el señor que me encontró ese día, me dijo: ‘Mirá, si te gusta dormir mucho sos santiagueña. Si te gusta mucho la empanada, sos tucumana’. El problema es que me gustan las dos cosas: dormir y comer empanadas. Pero siempre sentí que soy tucumana. Entre tanta gente que me escribe me miran la carita y me dicen: ‘Mirá tus ojitos, sos tucumana’, ‘Mirá tu nariz, naciste en Tucumán’. También hubo llamados y mensajes de apoyo. Otras personas me dijeron: ‘Te parecés a mi hermanito', pero todos los datos hasta el momento son lejanos e imprecisos".
“Lo que sí les puedo decir es que el mundo es tan pero tan pequeño que Claudio, el señor del tren, fue papá de dos niñas. Una de ellas, me enteré recién, cursa el CBC (Ciclo Básico Común) en la misma comisión y en la misma aula. Cuando las cosas tienen que ser, son. Y cuando termine la cuarentena vamos a juntarnos a conocernos todos con un asado. Mientras tanto, sigo esperando estar más cerca en mi búsqueda, en una de esas, a lo mejor quién te dice qué pasa”.