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"Me preocupan los sánguches de milanesa en Tucumán": Chipo, el cliente que abrió el debate

RECREO

Fanático desde chico del clásico de nuestra provincia, su ánimo no es el mismo: dice que le cuesta encontrar aquí un sánguche de milanesa tucumano que no le falle: "La carne ya no es la misma y al pan le vienen errando". Por cuáles sangucherías fue, adónde llamó y cuál fue la drástica decisión que tomó.

¿Fin del reinado?





Durante un capítulo icónico de Los Simpson, Homero le da un bocado a la luna, la saborea y define: “Chipocludo”. Chipocludo es un mexicanismo que se refiere a algo excepcional. Y también es el apodo que tiene Chipo, o Chipocludo, un tucumano preocupado últimamente cada vez que le ha tocado llegar a ese momento tan esperado para todo tucumano como es el primer bocado al sánguche de milanesa y, lejos, de aprobarlo con un trago de Mirinda, su cara cambia, deja el sánguche en el platito redondo y siente ganas de dejarlo de comer: “Ya no encuentro buenos sánguches en Tucumán, no tantos como antes. Hay excepciones y son lugares contados con la mano, ojo, pero no es como antes que en cualquier toldito vos caías y sabías que no le errabas”.

Durante la semana después del religioso fútbol con los amigos, nunca jamás en la vida hubo otra opción en la vida de Chipo que una mila. Pero todavía transpirados como un papel con aceite, los vagos empezaron a mirarse de reojo y a buscar otras opciones: “Es que no es como antes y tomé una decisión que puede ser polémica”, avisa Chipo, nacido y criado en Ciudadela barrio popular, quien abrió el debate provincial con un mensaje en Twitter que obtuvo la repercusión y la nota que la gravedad del asunto demanda: “Les voy a comentar algo que me está comenzando a preocupar de nuestro querido Tucumán. Cada vez es más fácil conseguir una buena hamburguesa y más difícil un buen sánguche de milanesa. Haga algo sr. Gobernador”.

La frase fue una reflexión de domingo a la noche, el día y el horario más difícil de la existencia tucumana, de acuerdo a los estudios recientes que nuestros académicos europeos comandados por el profesor Marco Lamoglia han indicado en sus últimas apreciaciones y a la cual sus fieles seguidores en Tucumán adhieren. “Milanesa o hamburguesa, una discusión”, podría titularse su próximo ensayo cuando concluya la pandemia, de hecho.

“En efecto, el domingo quería comer un sánguche de milanesa, pero no había. Quería pedir uno por PedidosYa y no había. Solo aparecían hamburgueserías caseras. Les ganaron terreno. Las sangucherías clásicas, lamentablemente, se durmieron en los laureles. En esta patriada estamos todos juntos y quiero construir desde mi lado para recuperar al sánguche de milanesa que comíamos antes, pero la verdad es que algunos vienen flojos: pueden tocarte muy ricos o no. Son contados con los dedos de la mano los lugares donde no le fallás”, aclara Chipo, quien abre la mano y enumera los templos sagrados del completo con picante.  

Hoy en día Los Eléctricos son los número 1, están buenos, nunca fallan, pero no tienen delivery. La Kuki de la avenida Roca frente a la Quinta Agronómica es otro clásico. Fiki me queda a trasmano, pero están buenos, hasta ahí. La Milanesa, pasando la Siria, tiene un toldito, también se come bien. Los Estupendos son ricos, pero cometen el pecado  de ponerle cheddar a la milanesa lo cual es un sacrilegio para la milanesa. Y La Aurora, frente al Parque Avellaneda, tiene su público, siempre está lleno, es un clásico y te puede fallar o no”.

“Apunto más a los barcitos adonde te puede tocar un sánguche riquísimo de milanesa o no: con vena, que se nota que está muy condimentada o que ha estado frizada. Eso me quiebra. No quiero exagerar, pero el primer bocado del sánguche es muy esperado y si te toca un pedazo de carne venoso, te arruina el momento”, insiste Chipocludo.

“Yo me acuerdo que hace menos de cinco años ibas a una sanguchería cualquiera y te comías un buen sánguche de milanesa en cualquier lado: te ibas a cualquier Diez y estaba buenísimo o a Chacho o A mi nooooo y no le errabas. Además de lo que dije de la carne, al pan le vienen errando feo. No me importa que me cobres un poco, pero no le escatimés en esas cosas”, dice Chipo, quien como en aquel capítulo de Los Simpson, cual Homero, se somete a un ejercicio imaginario y el resultado le da la razón: si un tucumano viajara a la luna y volviera a esquinas clásicas marcadas por las sangucherías, el argumento de que las hamburguesas han dejado atrás a las milanesas toma fuerza.

“No sé, la verdad, si el fenómeno de las hamburguesas artesanales es pasajero o no. Si es como las cervezas artesanales o tiradas. Pero lo que sé es cada vez hay más hamburgueserías. Es difícil que le fallés a esas hamburguesas de carne molida: y son más difíciles de cocinar que las milanesas. Siempre corrés el riesgo de que te queden crudas en el medio, pero no me ha tocado. Siempre son grandes y llenan y vienen con papas. Son cosas diferentes, no es lo mismo que una milanesa. Pueden convivir las dos: acá no hay grieta”.

Pero fijate lo que pasa en las sangucherías del centro o de Barrio Norte, como en la esquina de Santa Fe y Maipú, donde antes estaba El Mago y McPolo, ahora está Peñón del Águila y se llenó de cervecerías. O Tuti, Obelix, me parece que se tienen que modernizar, ojo, sin perder la esencia del clásico sánguche tucumano, que no se conviertan en esa cosa aporteñada que te quieren vender en algunos lugares con pizza, salsas raras o algún verso”.

Si la hamburguesa le ganó terreno a la milanesa tucumana hoy en día, es un debate culinario que recién comienza en Tucumán: “Señor Burgués, Leno, Rocson, las de Castilla están buenas, Burger Factory son las pioneras, ahí no fallás”, remata Chipo, quien espera cortar la semana después de su trabajo para darse con el gusto. Será un momento que empezará a acompañarlo desde que apague la computadora, cierre la mochila, llegue a su casa y piense en el gran dilema: ¿otra chance a la milanesa tucumana o ya era y venga esa hamburguesa casera nomás?

 
¿Nace una amenaza para el sánguche de milanesa tucumano?