"Me preguntan si me convierto en auto": el Transformer tucumano que alegra a los niños
Pablo es quien encarna a Bumblebee, el Transformer que baila al ritmo de L-Gante y encandila a los changuitos y changuitas en distintos puntos de la provincia. Coraza de robot y corazón de niño: “Vuelvo a la niñez”.

El transformer tucumano.
En nuestras infancias, todos soñamos alguna vez con ponernos en la piel de nuestros héroes favoritos. Había quienes querían ser Superman o Batman, la Mujer Maravilla o Ariel la sirena, Tormenta de los X Men o Rambo, Goku, Sailor Moon, Ken o Ryu del Street Figther, Bellota, Bombón o Burbuja de las Chicas Superpoderosas. Aunque la niñez es un universo de posibilidades sin límites para la fantasía y el juego, parafraseando a una famosa canción, Pablo Ramírez no lo soñó. Nunca imaginó que un día, ante la mirada fascinada de los niños, sería Bumblebee, el autobot de la saga Transformers que baila y enloquece a changuitos y changuitas en peatonales, plazas y cumpleaños.
La historia de Pablo es la de muchos otros tucumanos que deciden migrar a Buenos Aires a probar suerte. Lo que entonces no imaginó es que, meses después, volvería de allá convertido en un famoso robot alienígena. “He viajado a Buenos Aires por trabajo y allá mi tío tiene un taller donde fabrica los trajes… Hace el de Thanos, Iron Man, Optimus Prime… A mí el que más me ha llamado la atención es Bumblebee por las luces que tiene y porque tiene más movimiento que los otros. Yo lo ayudaba a mí tío en el taller y él me ha enseñado a hacerlo”, cuenta el joven de 27 años.
La empresa de Juan Ramírez, el tío de Pablo, diseña las corazas de los personajes de ficción y las exporta a otros países como Estados Unidos, Chile, Colombia y Paraguay, entre otros. “Cuando he visto que los fabricaba la verdad que no me llamaba tanto la atención, pero una vez, cuando alguien ha ido al taller y se lo ha probado, ahí me ha gustado”, confiesa. Después de más de dos meses de trabajo y de invertir 80 mil pesos en los materiales, Pablo hizo su propio Bumblebee: “Es de goma Eva de alta densidad y tiene como 500 moldes ese traje. Tenés que cortar los moldes y hacerlos coincidir, todo es aparte, es mucho trabajo… Y pesa como 40 kilos porque lleva una batería para las luces”.
En abril, cuando volvió a Tucumán, vino con el traje y la idea de utilizarlo para fiestas y animaciones infantiles. Antes, durante el tiempo que estuvo en Buenos Aires, aprendió a moverse parado en zancos para interpretar al personaje de ficción y hasta se animó a bailar. Ducho en el arte de tirar pasos como robot, junto a sus hermanas Aldana y Erika, inició el emprendimiento familiar con el que hoy ayuda a parar la olla en casa: “Las primeras veces se te complica ponerte el traje porque tenés que tener equilibrio, pero es hasta que te acostumbrás… Gracias a Dios, hoy en día, nos está saliendo trabajo, el Transformer recién se está haciendo conocido”.
Todas las tardes, cuando sale de su otro trabajo, Pablo llega a su casa de El Colmenar y se sube a la moto con un pequeño tráiler donde trae el traje de Transformer desarmado. En el centro de la ciudad, en la peatonal Muñecas o en la plaza Urquiza, aprovecha el horario de salida de las escuelas para sorprender a niños y niñas que se amontonan para verlo bailar. Cualquiera puede sacarse una foto con él abonando la voluntad, lo que esté al alcance de los padres: “Los chicos se ponen locos, se ponen contentos y saltan de alegría ¿Cuándo han visto un traje de esos? Creen que soy un robot de verdad y todos me preguntan si me convierto en auto”. En la ficción, Bumblebee se transforma en un Chevrolet Camaro amarillo con líneas negras. El Transfomer tucumano todavía no se anima a tanto, quizás intimidado por el elevado valor de la nafta.
La principal gracia del Transformer tucumano es la danza. El abecedario cantado por L-Gante y “Tamo Chelo” de El Noba suelen ser los temas más requeridos por los niños y los que despiertan los pasos prohibidos de Bumblebee. El Transformer también tiene luces y un arma que dispara fuegos artificiales como los que se usan en las velas de las tortas de cumpleaños. Aunque su principal público son los niños, cada vez más requieren sus servicios para fiestas de quince y hasta tiene en agenda la participación en un cumpleaños de 50 en los próximos días: “Realmente, llama la atención de todos”.
“Lo que más me gusta es verle la cara de alegría a los chicos y que se lleven un buen recuerdo. Un poco que yo también vuelvo a la niñez cuando estoy con el traje. Cuando era chico me acuerdo de haber visto una vez a Piñón Fijo y me encantó, imaginate lo chochos que se ponen los chicos ahora que ven un robot. Los chicos creen que es un robot de verdad y cuando me desarmo piensan que se ha roto”, destaca Pablo, aunque confiesa que, si pudiera elegir a qué héroe encarnar, optaría por el personaje del cual era fanático de chico: “Las películas de Transformers han salido hace poco, yo era más fanático de Dragón Ball Zeta. Si me pudiera hacer un traje de Gokú, ese sería mi sueño”.
Las jornadas de trabajo como Transformer pueden ser largas y el trajín de calzarse el traje muy agotador. Pablo suele llegar a su casa cansado, pero contento. Ya está pensando en hacerle modificaciones al traje para afrontar el verano tucumano. La versión autóctona de Bumblebee viene sin aire acondicionado: “El sábado pasado he hecho tres eventos y he terminado muerto. Es mucho peso y el traje es caliente adentro, para el verano ya voy a ver cómo hago, creo que le voy a poner un ventiladorcito de esos de computadora. También le quiero poner un mecanismo para que mueva las orejas y me gustaría implementarle una máquina de humo”.
El Transformer tucumano junto a los Chukys y a Freddy.
El joven invita a quienes quieran contratar los servicios de Bumblebee a que se pongan en contacto a los teléfonos: 3816753828 / 3815307941. Mientras continúa bailando y destellando luces que despiertan la imaginación de los más pequeños, el Transformer tucumano se prepara para vivir un Día de las Infancias a puro ritmo: “El domingo vamos a estar en el Parque 9 de Julio, en la zona del lago, espero que haya mucha gente y que se pueda trabajar todo el día. Nosotros no ponemos precio para que se saquen fotos, sólo la voluntad. Lo que queremos es que se acerquen y que los chicos se lleven un lindo recuerdo en su día”.