La historia del Colegio Nacional, el emblema de la educación en Tucumán que necesita volver a brillar
Este sábado 9 de diciembre cumple 160 años la institución basada en el modelo del Nacional de Buenos Aires, uno de los bastiones del pensamiento y la excelencia. VIDEO | Por Gabriela Neme

Con el nacimiento de la República, comienza en Argentina un proceso de organización de sus instituciones, entre las que cobra gran protagonismo la educación. Es así como durante la presidencia de Bartolomé Mitre (1862 – 1868) se crea el Colegio Nacional de Buenos Aires, en el año 1863. Surge ante la necesidad de incorporar el nivel de enseñanza secundario y aportar las condiciones esenciales en pos del progreso del país. Las fortalezas de esta propuesta institucional fueron la incorporación de profesores de prestigio, un plan de estudios integral y exigente que tendría una duración de 5 años, y una vocación por la excelencia. El objetivo final era formar a los estudiantes para ocupar cargos políticos o roles destacados dentro de la sociedad, por tanto, tuvo una orientación elitista ya que su ingreso era muy estricto, con planes enciclopedistas, hacia una vertiente humanista clásica.
Mitre consideraba necesaria la educación de una elite para construir y reproducir una clase política, antes que la educación de la población en general. Sus palabras lo revelaban: “Educar al pueblo es condición de vida, de orden y de progreso, porque si la inteligencia no imprime su sello en la cabeza del pueblo será ignorante, y en posesión de la soberanía hará a los gobiernos a imagen y semejanza suya, y el nivel político bajará en cuanto baje el nivel intelectual”.
Su sucesor, Domingo Faustino Sarmiento (1868 – 1874) sostuvo la importancia de promover la educación, sin embargo, incorporó una propuesta de matriz francesa, que orientaba su visión curricular hacia la homogeneidad cultural. Afirmaba que: “Hombre, pueblo, Nación, Estado, todo: todo está en los humildes bancos de la escuela”. Estos líderes políticos pertenecientes a la brillante Generación del ’80, lograron transformar a la Argentina en líder de América con la bandera de la educación pública.
El modelo del Nacional de Buenos Aires se replicó en varias capitales de provincias, entre estas San Miguel de Tucumán en donde se fundó el Colegio Nacional Bartolomé Mitre hace casi 160 años, un día 9 de diciembre de 1864. En sus inicios ocupó el edificio que perteneció al convento de la orden de los mercedarios hoy funciona allí la Escuela y Liceo Vocacional Sarmiento, sobre calle Virgen de la Merced 29 (ex Rivadavia). Mientras tanto, en 1907 comenzó la construcción de la sede propia en una manzana donada por el Gobierno Provincial y rodeada por las calles Maipú, Santa Fe, Muñecas y la Avenida Sarmiento.
El proyecto fue desarrollado por los arquitectos Hugé y Colmegna, los mismos profesionales que diseñaron el conjunto vecino del Teatro Odeón, Casino y Hotel Savoy. Siguió los lineamientos de la arquitectura académica, logrando la imagen europeizante tan en boga en ese periodo, cuyas 4 fachadas se encuentran ricamente ornamentadas. Sobre calle Muñecas, se ubicó el acceso principal compuesto por 3 puertas separadas entre sí por 4 semi columnas de orden toscano, rematadas por dos machones y un cornisamiento.
El edificio se encuentra retranqueado de la línea municipal, rodeado por jardines y limitado por una reja perimetral, que fue extraída años después. El uso de los patios y jardines responden a los planteos higienistas para sanear la ciudad y proveer de las mejores condiciones de ventilación y asoleamiento a los espacios interiores, fundamentales para el desarrollo óptimo de la actividad escolar. Se trata de un volumen compacto, extendido por toda la manzana, compuesto por dos patios simétricos a los que desbordan las aulas, separados por un volumen central en donde se ubican la entrada principal, un vestíbulo, un magnífico salón de actos, un gimnasio y un gran anfiteatro. En el conjunto se destaca la presencia de un volumen anexo, sobre calle Maipú, que funcionaba como vivienda del rector.
En sus inicios eran pocos los estudiantes que podían acceder a estudiar en estas aulas, por el estricto examen de ingreso que solo admitía a hombres. Su primera promoción egresó en 1869 y a partir de entonces se sucedieron camadas de notables personalidades de nuestra Provincia como dirigentes de la vida política tucumana (Baltasar Iramain, Silvano Bores, Pedro Ruiz Huidobro, Federico Helguera, Tiburcio Padilla, Amador Lucero, Benjamín Paz, Manuel Lizondo Borda, Julio Presbich, Pablo Rojas Paz, Celestino Gelsi, Julio Díaz Lozano), intelectuales como Víctor Massuh y César Pelli, que alcanzaron renombre internacional. También tuvo docentes destacados como Miguel Lillo.
Uno de sus más recordados rectores, Sisto Terán, relataba que cuando se instaló el Colegio Nacional en nuestra capital “no existía en Tucumán ningún establecimiento de educación secundaria. Solo había escuelas de instrucción primaria sujetas a programas muy limitados y a métodos muy rutinarios (…) se enseñaba, en los dos conventos de las órdenes religiosas, Filosofía, Latín, Teología y algunas otras materias, habiendo concurrido con buen éxito a sus aulas algunos jóvenes que después han desempeñado un importante papel en la sociedad”. Pero “esas clases tenían por principal objeto el estudio de las ciencias sagradas”: preparaban solo para el sacerdocio, y sus exámenes no eran reconocidos en las Universidades de Córdoba o de Buenos Aires: por eso era “reducidísimo el número de personas que las frecuentaban”.
Con el tiempo fue ampliando su capacidad de recepción de nuevos estudiantes y adaptándose a las transformaciones en la enseñanza al incorporar talleres y laboratorios, manteniendo siempre una educación de avanzada con gran calidad. Hasta llegó a instalarse un observatorio astronómico, inaugurado el 12 de octubre de 1988, que lamentablemente dejó de funcionar hace años y presenta un gran deterioro en su cúpula. En la actualidad cuenta con 3.000 alumnos de ambos sexos, funcionando en turnos de mañana, tarde y noche, y albergando en el turno tarde al Liceo Remedios Escalada de San Martín.
El Colegio Nacional forma parte de nuestro patrimonio no solo arquitectónico sino inmaterial por la excelencia de sus estudiantes y docentes formados en sus aulas, así como su valioso aporte a la calidad del paisaje urbano por su conexión con la Plaza Urquiza y el diálogo con los edificios aledaños. Sin embargo, sus fachadas se encuentran deterioradas la presencia de grafittis, producto de la vandalización y falta de mantenimiento. En el año 2021, recibió una partida presupuestaria para reparaciones edilicias y estructurales, que incluyen refacción de un sector de cubierta, cambio de caños de bajadas, arreglo de cielorraso en sanitarios, refacción de pluviales y recambio completo de instalación eléctrica existente, entre otros arreglos. Mantengamos la esperanza de que pronto se le devolverá el brillo que alguna vez tuvo.