Top

Los muebles de la casa de la abuela: un legado del estilo provenzal en Tucumán

HISTORIA

¿Reconocés este tipo de mobiliario? hoy te contamos cómo cierto sector de nuestra provincia pudo comprar sus muebles y soñar con un progreso representado a través del armado de una habitación.





Los muebles de la casa de la abuela… esos objetos tan apreciados que, según el ojo que los mire, pueden ser reliquias o simples desechos. Pasamos más de un tercio de nuestra vida en muebles de reposo —camas, sillas, sillones—, y esos elementos no solo nos sostienen físicamente: también guardan historias de familia, de generaciones que se suceden. Sobre todo, cuando su calidad ha sabido resistir el paso del tiempo. 

Este es el caso del mobiliario que nos convoca hoy: los juegos de dormitorio estilo provenzal, que se popularizaron en los hogares de clase media tucumana durante la década de 1960. Camas de madera lustrosa, con cabeceras de dibujos llamativos, que aún sobreviven en casas de abuelos, en mudanzas heredadas, o incluso en rincones olvidados de alguna habitación. ¿Reconocés este tipo de muebles?

La explosión del mobiliario nacional

Entre 1930 y 1970, Argentina vivió una verdadera explosión de creatividad en el diseño y la producción de mobiliario. La crisis económica internacional de 1929 había afectado la importación de bienes de lujo, y eso impulsó el desarrollo de industrias nacionales.
La arquitecta y archivista Martha Levisman explicó en una entrevista previa a la presentación de su libro Diseño y producción de mobiliario argentino 1930-1970 (2015) que, a partir de 1930, “fue necesario reemplazar los productos extranjeros por otros nacionales, de modo que se buscó desarrollar las industrias que ya existían y crear otras nuevas”. Hasta entonces, filiales de fábricas europeas como Nordiska, Maple y Thompson dominaban el mercado local.

Levisman —quien falleció en 2022— dejó un enorme legado al documentar esta época dorada del diseño argentino, además de preservar el archivo del reconocido arquitecto Alejandro Bustillo. Su libro ofrece una colección invaluable para comprender cómo, a mediados del siglo pasado, la disposición y el diseño de los espacios interiores empezaron a cobrar nueva importancia en la vida cotidiana.

En ese contexto, el sistema de venta puerta a puerta y el pago en cuotas, se convirtió en una estrategia clave para acercar el mobiliario a los hogares de todo el país, especialmente en provincias como Tucumán.

El auge del estilo provenzal en Tucumán

Mientras las principales fábricas se concentraban en Buenos Aires —Muebles Primi, Mueblería París, Muebles Cattaneo, Mapuche, Ilva, entre otras—, en Tucumán también florecieron fábricas como Calabró, especializada en muebles de estilo Luis XVI y provenzal.

Una característica típica de la época era que los muebles no llevaban firma visible, para permitir su reventa en casas de muebles. Por eso, identificar el origen exacto de muchos de estos juegos de dormitorio resulta hoy casi imposible.

Consultada por eltucumano.com para este artículo, Graciela Valberdi, licenciada en Artes Plásticas, decoradora de interiores y magíster en Museología, y profesora de Historia en la carrera de Diseño de Interiores de la UNT, explicó que estos juegos pertenecen al estilo provenzal, una derivación rústica del rococó francés del siglo XVIII.

“Las patas cortas en forma de ‘S’ (patas cabriolé) y las volutas en las terminaciones son rasgos típicos. Si bien son muebles curvilíneos, les falta la delicadeza propia del rococó. Son muebles más toscos, pensados para el uso cotidiano”, detalla.

Valberdi señala que en Tucumán, durante los años 60, este mobiliario se masificó y fue muy accesible para las familias de clase media.

"Se producían en maderas blandas como el cedro, que permitía un trabajo más fino. Eran muebles pensados para ser comprados en cuotas: asequibles, de buena calidad, y con variantes más económicas para distintos bolsillos".

De dormitorios completos a ambientes funcionales

En los años 60, comprar un dormitorio implicaba adquirir el conjunto completo: cama, mesas de luz, cómoda, ropero y espejo. Incluso, a veces, la lámpara del dormitorio venía haciendo juego, con maderas curvadas y detalles decorativos.

La lógica era otra: no existían placares empotrados, y el ropero era el gran protagonista del guardado. El espejo coronaba el mobiliario con marcos ornamentados y copetes decorativos, en un estilo que mezclaba provenzal con aires de rococó.

Hoy, en cambio, armar un dormitorio implica elegir piezas sueltas, muchas veces sin muebles de almacenamiento tradicionales. Los placares empotrados han dejado obsoletos a los antiguos roperos, y las cómodas son cada vez menos comunes.

Un legado tangible

Hoy esos muebles provenzales tucumanos sobreviven de distintas formas: como camas en uso diario, como piezas vintage en boutiques de diseño, o como tesoros polvorientos en alguna habitación olvidada.

Pero su importancia va más allá de su presencia física. Son testigos silenciosos de una época donde armar un dormitorio completo a juego, era sinónimo de progreso, modernidad y esfuerzo familiar. Gracias a ellos, el mobiliario no solo amuebló hogares: también ayudó a construir identidades y memorias compartidas en el Tucumán de mediados del siglo XX. ¿Se revolvió tu memoria?